Siempre
consideramos que los normales somos nosotros, y de igual forma, lo
que hacemos, lo vemos tan normal ¿y si de pronto todo cambia?
Es
curioso cómo en épocas de crisis o desastres naturales aparecen y
se generalizan términos que incluso dan un poco de grima, y sin
embargo se imponen y terminamos incorporando sin más, como sucede
con la nueva normalidad, que de entrada, lo único que me provoca es
rechazo. Si a lo que tenemos que vivir a partir de ahora debemos
bautizarlo, para mí será más bien la nueva realidad, más cruda,
más dura y sin el halo envolvente de lo que desean hacernos creer
que será normal.
Porque
me niego a que sea normal vivir con desconfianza, miedo o temor a que
el virus repunte y volvamos a la casilla de salida, o a muchos
puestos atrás, y se disparen de nuevo los contagios y muertes.
Porque
no podemos normalizar que unos cientos de muertos diarios sean buenas
noticias, cuando lo único bueno es el cero.
Porque
va a ser muy duro asumir que si tú haces mal las cosas me puede
tocar enfermar a mí o a mi familia, y si lo hago yo ¿a cuántos
puedo perjudicar?
Porque
llamamos ilusos a quienes ansían un golpe de suerte en juegos de
azar, y ahora vivimos pendientes de la ruleta que logre sacar como
premio gordo una vacuna o un tratamiento, y mientras, nos preocupamos
cada día más de que nos devuelvan nuestras personales normalidades,
sin mirar aún de frente a la crisis económica que nos acecha y con
la que nos encontraremos de cara más pronto que tarde, o la abultada
deuda que ha generado toda la crisis sanitaria.
El
ser humano posee una autodefensa comprensible solo para cada uno de
nosotros, y así, muchos planean (de momento esperaré), como si
fuese su cumpleaños, o el primer día de vacaciones, cómo será el
regreso a correr en la calle tras tantos días sin poder hacerlo; o
el cambio que van a pegar cuando, por fin, reabran las peluquerías,
y luzcan corte de pelo nuevo, tinte incluido y manicura francesa; o
simplemente, pasear, sin tener que llevar una bolsa de compra
colgando del brazo.
Cualquier
cosa que nos haga seguir adelante, bienvenida sea, a cada uno nos
tocará vivir nuestra personal normalidad, dentro del derrumbe de
todo lo que considerábamos normal hasta hace muy poco.
María Caballero
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