viernes, 17 de abril de 2020

Es hora de pedir, aunque no te den



Los Gobiernos no son sordos, ni ciegos, nunca he hablado de política en público, ni hoy será el día en el que comience a hacerlo. En lo que he pensado es en eso tan trillado del que no llora no mama. Solo nos hace falta sentarnos delante de la tele, conectar la radio, o leer la prensa para darnos cuenta de que nuestros políticos, a la ya larga lista de todo lo prioritario y esencial que tienen que resolver van añadiendo las demandas o deseos de los que más lata dan para evitar revoluciones en un momento en el que lo que nos conviene a todos es estar tranquilos y en casa.

Por ello se rompen la cabeza tratando de encontrar la mejor forma de que los niños salgan a la calle, sin ponerlos en riesgo ni empeorar la situación actual. Los padres, profesores, psicólogos... y los propios niños han logrado que sus quejas se escuchen.

Otro dolor fuerte de cabeza para ellos son los deportistas no profesionales, que no solo hemos comprobado que podemos ser multados si salimos a hacer deporte, sino también que con toda seguridad no veremos competiciones populares en mucho tiempo. Y ahí andan trazando un buen plan para que podamos salir, sin masificar zonas, y sin contagiar o contagiarnos en tres entrenamientos. Y aquí se unen los que defienden que el caminar es deporte, que no perdieron su oportunidad de subirse al carro de las demandas. Y los paseantes, que aunque su paso sea lento o moderado exigen sus derechos.

El problema llega cuando no se es niño, ni corredor, ciclista, patinador, caminante... y claramente también se tiene todo el derecho a salir, de forma ociosa, y no solo para ir a trabajar, comprar, al banco o a la farmacia. ¿Si eres fotógrafo urbano tendrás tu día y hora para poder estar en la calle? ¿Podrás bajar a hacer yoga o taichi en un jardín? Probablemente no, porque te has quedado en esa parte silenciosa que cuando hubo oportunidad de poner nerviosos a los políticos no manifestaste tus necesidades, o no formaste un gran grupo de quejicas.

Al final se formarán guetos, incendiando ánimos, enfrentando a los que sí pueden contra los que no pueden hacer lo que les gusta y apetece en el exterior, y así me ha dado por pensar en un carnet, para fichar en la calle, y que todos tengamos nuestro rato para salir y hacer lo que nos dé la gana, en diferentes horas, días... para evitar aglomeraciones y poder seguir con la distancia de seguridad y que al siguiente grupo con derecho a salir no le pongan verde como ocurre actualmente con el de los perros.







María Caballero




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