domingo, 14 de abril de 2019

Esta meta no es la mía




Bastante antes de saber la distancia exacta que nos separa del arco de meta, por las voces de los que animan, la música, la voz del speaker..., podemos intuir que el final está muy cerca, y en ese instante algo cambia súbitamente dentro de nosotros, se nos acelera el pulso, y no es que vayamos pasados de ritmo, respiramos con dificultad, apretamos las manos, y si no llegamos fundidos, aceleramos la zancada, o la ralentizamos para bebernos el momento, nos brillan los ojos, sonreímos sin ser incluso conscientes de ello y un hormigueo de felicidad nos recorre todo el cuerpo. En cuanto logramos ver el arco subimos los brazos, agitamos un puño, miramos al cielo, hacemos un corazón con las manos, tiramos besos al aire, reímos como con el mejor de los chistes, lloramos... son tantos los gestos, las formas de alcanzar el final de una carrera, el instante que nadie ni nada debe impedirnos vivir, porque nos lo merecemos, lo hemos luchado y ganado y tenemos que disfrutarlo.

Media de Madrid 2017

Media de Madrid 2017

Una meta debe acoger, envolver, emocionar al corredor cuando llega, si no es así, pierde su principal objetivo, se desdibuja, se queda en nada y pronto se olvida, o lo que es peor, solo se recuerda por nefasta, a partir de ahí, seguramente, veremos también como malas otras partes de la carrera que si hubiésemos vivido felices el final, las habríamos pasado por alto.

Para que una meta sea buena no debe tener el arco más grande ni colorido, ni siquiera la música más estridente, cualquiera de nosotros podríamos enumerar bastantes buenas metas y quienes no las han cruzado quizás no lo entiendan solo viendo nuestras fotos, porque a veces no es el lugar, ni el espacio, es cómo, la animación final hace mucho, y cómo se vuelca la organización para hacer que los corredores nos sintamos especiales, y no solamente los primeros, los del centro, los últimos, todos.

Y cuando durante muchos años, en Madrid, hemos tenido una buena meta en el Parque del Retiro, y nos la suprimieron de golpe, cambiándola por otra que no le llega a la altura, en el Paseo del Prado, que dudo mucho que llegue a ser nuestra meta algún día, reducida, sin espacio para alojar a nuestros animadores al final del recorrido, pobre ratonera en la que, cual colmena, acabamos unos sobre otros hasta convertir nuestro honroso final en un tapón lento de despejar. ¡Cómo no vamos a añorar nuestra querida meta del Retiro en la media y en el maratón de Madrid! En aquélla vibrábamos. En la actual, nos cabreamos.

Soy la primera que no desea ningún daño para nuestro querido parque, ni para las diversas especies animales que lo habitan, lo primero debe ser mantenerlo y preservarlo en buen estado. Lo que es complicado de encajar es que antes había carreras allí todos los fines de semana, y desde el año pasado no se pueda hacer ni una excepción con las dos carreras más grandes de nuestra ciudad, la media y el maratón. Además, la feria del libro también es multitudinaria, ruidosa, muchos días allí ubicada, con megafonía constante anunciando cosas y cuesta creer que la feria y sus visitantes beneficien al parque.

Maratón de Madrid 2014

Si hemos perdido nuestra meta, que nos ofrezcan la que nos merecemos. El año pasado en la media, a mí que se me llena la boca contando todas las carreras que llevo de esta distancia, me siento una farsante, yo el año pasado, por primera vez desde que comencé a correr, no crucé la meta de esos veintiún kilómetros y pico, una mala previsión de la organización me impidió hacerlo, por el tapón de gente que se formó al no poder avanzar los que debíamos cruzar el arco al estar parados para recoger el avituallamiento los que habían llegado antes. A mí me deben esa meta, y a muchos otros, no creo que se me olvide, porque tener las fuerzas y no concluirla corriendo, sino andando, muchos minutos después, supone mucha frustración.

En el maratón, no me provocó ninguna emoción, porque en realidad entré sola, el público quedaba tan atrás que parecía que me introducía en un túnel, frío y sin ofrecerme el valor que merecía lo que acababa de concluir, ¡qué lejos se encuentra, de ese largo e intenso tramo que teníamos en el parque para venirnos arriba, desde que entrábamos por su puerta hasta que cruzábamos bajo el arco.

Y van tres, este año, en la media, la triste meta del Paseo del Prado, al coronarla, nos regala un muro de espaldas, y la alegría de terminar se tiñe pronto de paciencia para poder avanzar y salir de allí.

¡Cómo no vamos a añorar nuestra querida meta del Retiro! si con el pobre sucedáneo que tenemos en la actualidad seguimos pensando, ¡esta meta no es la mía!



María Caballero
@MCG66MADRID

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