martes, 7 de abril de 2020

Somos muy afortunados





Esta pandemia mundial nunca debimos vivirla, ni ahora ni en ningún otro momento, si le queremos sacar la parte buena, también la tiene, nos ha pillado en plena era de las redes sociales y de los múltiples medios de comunicación.

Seguro que has visto multiplicarse tus grupos de wasap estas semanas, no es buen momento para abandonarlos sin quedar fatal, ni siquiera de silenciarnos, no vaya a pasarle algo a alguien y ni nos enteremos. Aguantamos estoicamente el bombardeo de chistes, de vídeos empalagosos, de cadenas de amor que no debemos romper... Y esos grupos cada vez contienen más gente, a la que ni conocemos, porque comenzó llamándose de amigos y no faltan cuñados o vecinos de no sabemos quien.

Igualmente seguimos en contacto con un montón de gente, de múltiples ciudades y países, a través de las redes sociales, algo totalmente impensable sin ellas. Las ocurrencias, recuerdos y buenos pensamientos de cada uno superan a lo que nos toca tragarnos que no nos gusta en absoluto.

Tenemos suerte de poder charlar con quien nos apetezca por muchos medios y más aún somos afortunados por las riadas de información diaria que nos llega, buena, y regular, totalmente veraz, o maquillada dependiendo de la ideología del medio. Información que merecemos, que exigimos y buscamos si la que nos proporcionan no nos satisface.

Muchos crecimos con dos únicos canales de televisión, la 1 y la 2, hasta que llegó Telemadrid. Poca o ninguna prensa escrita, porque, al menos en mi casa, nunca vimos un periódico, hasta que siendo ya adolescente, una señora algo más pudiente le dejaba a mi padre en el bar periódicos y revistas porque decía que yo era una niña muy despierta y seguro que me gustarían. Y en ellos había poca información que contrastar al ser todos los ejemplares de la misma ideología política.

Y mi mayor tesoro fue la radio, la mía, cuando me dejaron un aparato viejo para mí solita, al comprar uno mejor para la familia. Escuchaba todos los programas que podía, tertulias, de música, y aún hoy sigo pegada a la radio, y que no me la quiten.

¿Cómo hubiésemos llevado este estado de alarma en aquellos años? Seguramente muy engañados, completamente desinformados y totalmente incomunicados. Ahora nos ponemos de los nervios en cuanto falla internet, perdemos la paciencia si va lento..., soy de esa generación en la que escribíamos cartas a los abuelos y tíos porque llamarles por teléfono salía muy caro, había que poner una conferencia con el pueblo y no siempre había dinero para ello, ahora nuestro mundo va tan rápido que nos cuesta digerir toda la información que nos llega, nos comunicamos mal y en el fondo estamos aislados porque cuando hay oportunidad de comentar lo que publica otro lo que nos preocupa es publicar nosotros más, y las redes sociales son una inmensa caja llena de gente hablando a solas.





María Caballero





2 comentarios:

  1. "las redes sociales son una inmensa caja llena de gente hablando a solas"... Me ha encantado la frase, ¡y el artículo también! Un abrazo.

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    1. Me alegro de que te haya gustado Carlos. Gracias por leerme. Un abrazo.

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