Villaverde,
8 de diciembre de 2015 – 9:30 horas
Las redes sociales nos
permiten conocer a mucha gente, no solo de nuestros alrededores, también de
otras ciudades y países. Charlar a través de una pantalla nos une a otros
corredores, de los que vamos descubriendo afinidades, gustos similares y a los
que tomamos cariño día a día aunque lo ideal es el contacto físico, dejar de
ser solo fotos y textos y pasar a ser mucho más.
Este fin de semana para la
Media Maratón de Villaverde han venido desde Zaragoza Raquel Ginés y Carlos Gálvez,
dos personas encantadoras, amantes de este deporte y con deseos, como casi
todos nosotros, de conocer cómo son las carreras en otras ciudades.
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Foto de Raquel Ginés |
Les convencí para que participasen y no se lo pensaron demasiado. Hay pruebas con las que mantengo un amor/odio a partes iguales, y la media de Villaverde creo que se lleva el galardón. Me hace sufrir como ninguna, año tras año, aún así, no me la quiero perder desde la primera vez que la corrí. Esta vez sabía que me iba a costar mucho más, por no estar descansada al cien por cien tras el maratón de Valencia.
No es cara, el precio de la inscripción son
12€. La camiseta conmemorativa, como es costumbre, de algodón y manga larga, que
junto con la bolsa del corredor siempre la recogemos tras finalizar la carrera.
Asimismo corren los menores, diez minutos después de comenzar los adultos, les toca a ellos.
Asimismo corren los menores, diez minutos después de comenzar los adultos, les toca a ellos.
A pesar de coincidir con el
puente de diciembre somos muchos los participantes, bastantes los habituales, que solemos
tener marcada como preferente esta media en nuestros calendarios.
El domingo amanece nublado,
con buena temperatura para correr. Quedamos en el metro Raquel, Carlos y yo.
Durante todo el trayecto, en cada estación, no paramos de ver gente subir al
vagón con toda la pinta de ir igualmente a la Media. Coincidimos con Nacho Cepero y el tema sobre el que
debatimos hasta nuestro destino es, principalmente, el futuro maratón que
realizaremos.
Al llegar al Auditorio del
Espinillo lo primero es recoger el dorsal, después dejar las mochilas y a
continuación poder saludar al mayor número posible de conocidos.
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Foto de Marisa Porral |
Marisa
Porral, Chema Ocaña
y yo nos colocamos en la Salida con la idea de correr juntos. Mientras Marisa y
yo no parábamos de hablar, Chema estaba ligeramente ausente, silencioso,
mirando al frente solamente, lleva meses sin competir en esta distancia. La música, el speaker,… alborotan los ánimos, nos aumentan
las ganas de correr, y tras el pistoletazo de salida, la gente comienza
lanzada, nos hemos colocado bastante delante y no cesan de adelantarnos
corredores. Los primeros metros desde la calle Unanimidad son estrechos,
avanzamos apiñados, muy pegados, tras la cuesta abajo del principio, una ligera
subida.
Del
Km1 al 5.
Nos dejamos arrastrar por la
alegría del grupo. Para mi gusto comenzamos muy fuerte para una media. El Km1 a 5’18” sabemos que no lo aguantaremos
mucho tiempo. A Chema le veo muy optimista, nos adelanta y se mantiene delante
hasta casi el Km2, cuando dejamos el
asfalto para continuar corriendo por tierra al adentrarnos en el Parque Lineal
del Manzanares. Este año, sin lluvias, la tierra está seca y firme.
Intentamos correr cerca de
los 6m/km, el kilómetro 5 fue el más lento y nos salió a 5’56”. ¡Qué raro se me
hace desear correr despacio en competición! Lo habitual es forzarme para correr
un poco más rápido con cansancio, calor.. o lo que toque en ese momento.
Llegamos al primer avituallamiento en el Km5
dándonos cuenta de que como liebres no somos nada buenas, a Chema no se le
intuye contento con el ritmo al que le llevamos, cada vez se queda más alejado
y nosotras retardamos nuestra carrera sin lograr ajustar un ritmo cómodo para
los tres. Nosotras anhelamos despegar, él relajar aún más su crono.
Del
Km6 al 10.
No hace nada de frío, al
contrario, a mí me sobra la doble capa, cerca del río lo que sí molesta es la
humedad que se nos pega y cada vez está más mojada la ropa. Entre charla nos
olvidamos a ratos del ritmo que debemos llevar, las dos tenemos hoy ganas de
correr, nos lo piden las piernas, nos está costando retenernos. El Km6 cae a 6’02” con gran esfuerzo. Es
la primera vez que voy tan pendiente del crono y que en una crónica hablo tanto
de ritmos, no va conmigo en absoluto.
En el Km8, tras comprobar que llevamos mucha distancia respecto a Chema,
y que parece bastante claro que prefiere perdernos, decidimos dejarle, que
encuentre su ritmo, y no se agobie. Desde este punto empieza nuestra verdadera media,
tratamos de correr lo más rápido posible y ya veremos si recuperamos algo del
tiempo perdido, o nos la pegamos en los últimos kilómetros de subida.
Del
Km11 al 15.
Un tramo del recorrido es muy
motivadora para la carrera, la del trecho del río donde vemos a los corredores
más avanzados arriba, y después al ascender nosotros, observamos a los que van
detrás. Descubrimos a Chema más relajado, tengo plena confianza en que podrá
con Villaverde, le gritamos frases de ánimo y apretamos de nuevo. Bonito camino
serpenteante desde el que nos saludan los rápidos Héctor Hernández, Fernando
Sánchez, Francisco Javier Domínguez… entre otros muchos. A nosotras nos tocará
hacerlo con Ángel Montaño, Cynty Zalazarlg… que vienen detrás.
A partir del Km13 abandonamos la zona del río y retomamos,
nuevamente el asfalto, una subida, corta pero pronunciada, nos lleva a una rotonda
y a partir de aquí casi todo el recorrido será en subida.
Del
Km16 al 20.
Marisa deseaba terminar
Villaverde en menos de dos horas, con la dureza de la parte final, y el tiempo
que hemos perdido en el inicio nos va a resultar muy duro. A mí la marca me da
realmente igual. Si logro completarla, objetivo cumplido.
La subida hasta la rotonda
de la Gran Vía de Villaverde duele en el Km17,
agarramos la botella de agua en el avituallamiento, giramos, tras unos metros rectos,
una bajada que viene genial para recuperar antes de las próximas subidas.
Llegamos al Parque Dehesa de
Boyal. Vemos cómo algunos compañeros se paran y andan, con los brazos abatidos.
Nosotras vamos bien, hago los cálculos y le confirmo a Marisa que es imposible
terminar por debajo de las dos horas, tendríamos que bajar de 5 minutos,
ninguna corremos tan rápido tantos kilómetros, trataremos de hacer el mejor
tiempo posible. Este tramo de parque, tan silencioso y tranquilo, siempre me
parece una gran trampa, para caer, para dejarse vencer.
A partir del Km19 sabemos que lo que corresponde es subir,
continuo callejear, tomar curvas, algunas en subida, que se clavan en los
gemelos.
En estas calles en ediciones
anteriores la gente es numerosa, los ánimos ayudan a enfrentar lo más duro.
Esta vez solo nos animan algunas personas desde las ventanas y un muy disperso
público por las aceras.
Al quitarnos la presión del
crono, disfrutamos saludando a la gente de la organización, dando las gracias a
los que nos alentaban, chocando cuanta manita infantil aparecía a nuestro
alcance.
Del
Km21 a Meta.
De nuevo el encuentro con el
último duro kilómetro. Le comento a Marisa que tengo que dejarla, los calambres
amenazan mis pies, o corro más rápido o es probable que tenga que terminar caminando.
Me siento con fuerzas de apretar, tanto que logro completarlo a 5’27”.
La alegre bajada de la salida en la calle Unanimidad ahora se transforma en una subida cruel, me muestra el arco arriba, tramposo, en él no paramos, ese no es la meta, el final lo alcanzaremos dentro del Auditorio, hay que recorrer aún varios metros hasta pasar bajo esa Meta, entre gritos y aplausos, que este domingo no sé si me ha costado mucho o poco, ha transcurrido de una forma muy amena gracias a la compañía que llevaba, es la segunda carrera que corro junto a alguien este año y ¿me está gustando?
De lo que no tengo dudas es de lo grato que resulta el reencuentro con los compañeros al finalizar y más cuando todos hemos logrado cruzar la meta.
Ni de lo que nos gusta contarnos las carreras, incluso habiéndolas vivido todos el mismo día.
La alegre bajada de la salida en la calle Unanimidad ahora se transforma en una subida cruel, me muestra el arco arriba, tramposo, en él no paramos, ese no es la meta, el final lo alcanzaremos dentro del Auditorio, hay que recorrer aún varios metros hasta pasar bajo esa Meta, entre gritos y aplausos, que este domingo no sé si me ha costado mucho o poco, ha transcurrido de una forma muy amena gracias a la compañía que llevaba, es la segunda carrera que corro junto a alguien este año y ¿me está gustando?
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Fco Javier Domínguez me gritaba ¡no pares que aún no es la meta! Y me dio la risa, lo sabía bien de otros años. Foto de Guille de FFD |
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Esta es la forma normal de subir la última cuesta |
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Fotos de Pedro Frutos |
De lo que no tengo dudas es de lo grato que resulta el reencuentro con los compañeros al finalizar y más cuando todos hemos logrado cruzar la meta.
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Foto de Pedro Frutos |
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Foto de José Luis Basalo |
Ni de lo que nos gusta contarnos las carreras, incluso habiéndolas vivido todos el mismo día.
María
Caballero
@MCG66Madrid
Gran Media y con mayor motivo con un Maratón tan reciente.
ResponderEliminarTu progreso es magnífico María, tu recta final de año la avala.
Un besazo.
Buena carrera, para mí también es una clásica por su ambiente, recorrido y participantes, claro. Un placer saludarte al trote, ja ja
ResponderEliminarNo la he corrido nunca, en estas fechas suelo estar muy desconectado de los dorsales.
ResponderEliminarEs sí te animo a que si te cuadra te apuntes La Tragamillas para el 2016, tiene también recorrido mixto y buenas cuestas ;-)
BSS