Madrid,
20 de diciembre de 2015 – 10:45 horas
En los últimos años me estoy
especializando, por llamarlo de alguna forma, o habituando, a distancias más
largas, medias y maratones, principalmente, y en los períodos de disminución de
kilómetros, me gusta competir en distancias muy cortas, entre las que estoy
descubriendo algunas muy interesantes, bien organizadas y que incluso, como la
que corro hoy, son gratis.
Tras el maratón de Valencia
es necesario descansar las piernas, sin parar, me puse a buscar algún cross, y
encontré el de la A.D. Ciudad de los Poetas de 6 kms., que se disputa en la
Dehesa de la Villa, parque que continúa manteniendo su condición de bosque.
Afortunadamente, me inscribí a tiempo, porque este año, en la página web de la
carrera anunciaron que en treinta y tres ediciones nunca se habían agotado los
dorsales hasta ahora. En las categorías de mayores (juniors, seniors y veteranos)
el límite son 300 dorsales para cada una de ellas. También compiten los
menores, desde los chupetines hasta benjamines, como ellos son menos, no hay
límite de dorsales.
Llego temprano a la Dehesa,
me han comentado que el perfil de la prueba es duro y me apetece ver el lugar
antes de correr. La temperatura va a ser ideal, debido a este mes de diciembre tan
atípico, incluso pasamos algo de calor. Lo primero es recoger mi dorsal, los
entregan aquí esta misma mañana, y sorprendentemente, son adhesivos, la primera
vez que veo uno así.
Mientras paseo por el lugar,
voy coincidiendo con Rafa Martos, Ángel Montaño, Isabel González, Susana
Izquierdo, José Luis Galarreta…
El cross consiste en un
circuito de 2 kms. al que debemos darle tres vueltas hasta completar los 6. Primero
corren los juniors y a continuación los seniors. Por el cambio de sus caras al
verlos pasar en cada una de las vueltas, me hago una idea de lo que cuesta esta
prueba.
A las once menos cuarto, por
fin, corremos los veteranos. La salida está situada en un tramo llano de poca
distancia, que en seguida se transforma en una subida corta pero pronunciada,
otro llano, una bajada bastante inclinada y a partir de ahí, un constante subir
y bajar.
La carrera discurre por un
trecho estrecho, a la izquierda nos limita una pendiente y a la derecha la cinta
de plástico colocada por la organización. En el primer kilómetro cuesta correr,
todos vamos muy pegados y es complicado adelantar, es conveniente guardar una
distancia prudente por la gran cantidad de ramas, piedras y agujeros que hallamos
a lo largo del sendero y también porque en las bajadas podemos caernos sobre la
persona que llevamos delante si no va tan ligeros como pensamos. Medio
kilómetro antes de completar los dos de la primera vuelta, nueva bajada
pronunciada. A continuación una cuesta, el llano desde el que partimos y
nuevamente la subida pronunciada hasta llegar al arco. En todo el recorrido hay
voluntarios, que animan, aplauden y van saludando a sus compañeros de la
Asociación que hoy compiten. Al ser una distancia corta todos corremos con el
ansia de hacerla lo más rápido posible, cada vuelta duele y nos regula el
ímpetu.
En la segunda ronda se corre
mucho mejor, nos hemos espaciado lo suficiente para poder llevar el ritmo deseado
sin el riesgo de tropezar con los de delante ni caer por no ver lo que hay en
el suelo. Al completar los cuatro kilómetros me falta el aire. Justo al pasar
el arco, la única recuperación es la bajada y nuevamente acelero y trato de
finalizar la última vuelta lo antes posible. Comienzo a adelantar a otros
corredores que ya no me vuelven a pasar. Algunos van gritando: “quien quiera
paso que lo diga” y unos cuantos ni lo dudamos, lo solicitamos y avanzamos en
hilera, tratando de adelantar a algunos más.
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Foto de la A.D. Ciudad de los Poetas |
Todo va genial hasta el kilómetro 5, voy forzada, el estómago por un momento amenaza con impedirme seguir, respiro… respiro… resoplo… y logro controlar la situación, al superar la última bajada, ya bien de nuevo, ni lo dudo, vuelvo a correr con todas las fuerzas, el público que vuelta tras vuelta nos alienta, nos aplaude… merecen una buena entrada, subo la cuesta a zancadas cortas y rápidas, me quedan fuerzas incluso para ir dando las gracias, principalmente a Ángel Montaño, por todo lo que me ha animado antes, un poquito más y de nuevo el arco, y la última vez que tendré que traspasarlo. Una persona de la organización con un aparato lee el código de mi dorsal y me da la enhorabuena por terminar, casi al mismo tiempo que una chica me tiende un Aquarius y me dice: “te lo has ganado María”.
Es un buen cross, de
ambiente agradable, sin aglomeraciones, con una organización que cuida a los
corredores y que merece la pena venir a correrlo y sufrirlo.
Saludos, abrazos, besos,
María
Caballero
@MCG66Madrid