martes, 26 de mayo de 2015

VII Vuelta a la Casa de Campo


Madrid, 17 de mayo de 2015 – 10:30 horas

Tantos entrenamientos como llevo en la Casa de Campo, semana tras semana, e innumerables tapias y no ha sido hasta este año, en su séptima edición, cuando me he decidido a correr la Vuelta a la Casa de Campo.

Esta prueba es dura, la tapia siempre lo es, si al terreno, a las subidas y bajadas, le añadimos el peso de llevar el dorsal y el crono, intensificamos su dureza. La de hoy es la que solemos llamar más ligera, comenzándola de izquierda a derecha por su perímetro. Quien la haya probado en ambos sentidos sabe que decir que es la tapia más suave, no va a evitar que cueste igualmente.


Los precios de las inscripciones van de los 12 a los 15€, según los períodos de inscripción, los socios de Corricolari pagan 2€ menos.

La camiseta la recibiremos si terminamos la carrera. Al finalizar, el avituallamiento consiste en una botella de agua, una lata de Aquarius y una barrita energética.

Este domingo se espera que alcancemos los 31ºC en Madrid, su inicio a las 10:30 horas va a hacer que nos castigue bien el calor.

Me encanta correr en la Casa de Campo y ver la zona del aparcamiento del Lago con tantos colores como hoy, corredores alegres, con ganas de empezar a correr. La Vuelta son 16,6kms, a la vez se celebrará la Carrera de la Familia, una distancia mini de 4,8kms.


La zona de salida llama la atención. Muchos corredores no se colocan en el asfalto, se quedan en los laterales de tierra hasta que suena el pistoletazo. 


La cola del baño ha ido más lenta de lo deseado, trato de localizar a los otros Drinkingrunners que andan por aquí, Paloma Aguado, Pau, Gonzalo Rincón, Juanvi López, Miguel Zafra, sin éxito. Me sitúo cerca del arco y compruebo que no estoy nerviosa, conozco de sobra el recorrido, aunque es la primera vez que lo haré con tanta gente a la vez.

Foto de Gonzalo Rincón

Salimos a buen ritmo por el Paseo de María Teresa, el asfalto ayuda a ello, llegará el momento de dosificar más adelante. En nada encontramos constantes subidas y bajadas, es lo que nos acompañará durante toda la carrera. El Km1 se puede decir que es el más sencillo. En cuanto pisamos tierra sabemos que ya no tocaremos el asfalto hasta casi el final. Sobre el Km2, mientras voy concentrada en una subida, se coloca a mi lado Susana Izquierdo, ella es rápida, tras un breve saludo, la veo avanzar serpenteando entre los corredores hasta perderla.




En el Km3 hay una pronunciada bajada en la que prefiero perder unos segundos antes que estropear la carrera por un mal paso bajando a toda velocidad. El sol pega bien, alrededor todo está ya seco por el calor de las últimas semanas, incluida la tierra, comenzamos a tragar el polvo que levantan los de delante, y el que mueve las ráfagas de viento.

A partir del Km5 todo es ascenso. El ritmo se rompe cada pocos metros, cuando parece que el tramo es favorable, una nueva inclinación ralentiza las zancadas. Veo pasar a muchos corredores, entre ellos, Marcos Dieguez, ver una camiseta de los Drinkingrunners siempre me provoca una chispa de alegría. Estoy en un grupo en el que avanzamos y retrocedemos sin parar, cuando alguien parece que se va a despegar, una cuesta hace que aminore y se quede nuevamente entre nosotros. Mientras corremos debajo de los pinos la temperatura es algo más agradable.

Foto de Casa de Campo en Facebook

Foto de Casa de Campo en Facebook

A partir del Km7 encontramos unas subidas que descritas no son nada, hay que tenerlas bajo los piernas y lucharlas. Corremos sobre piedras, algunas sueltas, otras puntiagudas, los pies comienzan a sufrir, se impone el juego de tobillos.

El camino a recorrer en la tapia es muy similar, los kilómetros se parecen, a un lado la pared, al otro, una vegetación bastante semejante, la diferencia la marcan las subidas o las bajadas que vamos encontrando constantemente, o la tierra fina, o las piedras sobre las que corremos. Es un recorrido solitario, en el que no hay público levantándonos la moral, de vez en cuando algún corredor o ciclista, que han detenido su entrenamiento, nos aplauden o gritan.




¡Y aquí aparece la gran cuesta! La subida que los que la conocemos luchamos una y otra vez por superar corriendo, con gran esfuerzo, poniendo braceo, fuerzas y todo lo que tenemos. Hay quienes directamente comienzan a caminar sin dudarlo. No es demasiado larga, afortunadamente, pero su inclinación es importante. Le sigue, claro está, una gran bajada.



¡Qué poca justicia le hace cualquier foto a esta cuesta! Cuando entreno, al llegar arriba, me gusta parar unos segundos, darme la vuelta, y comprobar el recorrido que acabo de dejar atrás.


¡Es una alegría llegar al Km8!, que tiene dos cosas buenas, una encontrarme con Tomás Soria y compartir charla con él durante un ratito, y otra, el avituallamiento! El polvo me estaba cerrando la garganta, me costaba tragar, la botella de agua es pequeña, la conservo algunos metros hasta que la vacío del todo, y caigo en qué hacer con ella ahora, algunos corredores se las dejamos a un voluntario que encontramos un poco más adelante.

A partir del Km9, por primera vez, voy adelantando a otros corredores. Queda otro tramo de los duros y después el perfil comenzará a suavizarse, siempre teniendo en cuenta que estamos en la tapia.

Antes de ver el cartel del Km11, una bajada pronunciada, y a continuación, subimos otra vez. ¡Ya queda menos!

Un tramo algo más agradable para las piernas ayuda a mejorar el crono, sin confiarme, queda aún algún repecho considerable.

En el Km13 me encuentro con fuerzas para empezar a darle un poco de alegría a esta gran carrera.

El Km14 pesa, han sido demasiadas cuestas, las piernas acusan ese esfuerzo. La última bajada, muy pronunciada, por la que varios corredores se lanzan a toda velocidad, parece catapultarnos hacia el final, dado el ritmo que en este momento se impone.

En el Km15 sigo dejando corredores atrás, el cansancio me acompaña, aunque conocer el lugar hace que pueda medir bien las fuerzas, a partir de aquí se puede correr rápido, primero en asfalto, después en tierra junto al carril bici.


Un pequeño repecho, desde el que se ve uno de los extremos del Lago, anuncia que el final está próximo ya, a un lado del camino, tenemos bastante gente aplaudiendo, al otro, ciclistas que se han parado y nos gritan.



Escucho la música y al speaker, no veo el arco, hasta tomar una curva no aparecerá ante mí, por fin he aprendido a correr bien, no me refiero a tener una buena técnica ni una zancada perfecta, sí a comenzar tranquila y llegar al final con fuerzas, con esas que me permiten adelantar a corredores que llevaba varios metros delante y a cruzar esa META con energía como para poder continuar algún kilómetro más, aunque está bien que esta Vuelta a la Casa de Campo termine por fin.

Foto de María Méndez



Si eres de Madrid y nunca has corrido una tapia te recomiendo que la pruebes algún día, te sorprenderá y conocerás cómo es realmente la zona de los entrenamientos de muchos corredores en la Casa de Campo, la tapia y la subida al Cerro de Garabitas, son buenos aliados para fortalecernos.

Saludos, abrazos, besos,

María Caballero
@MCG66Madrid











8 comentarios:

  1. Tengo unas ganas horribles de hacer alguna vez la famosa tapia. Mira que he leido sobre ella. Correr en zonas de entrenamienro conocidas está bien, es como decirte "aquí también se puede competir además de entrenar". Fantástico.

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    1. Querido Gonzalo:
      No tienes más que venirte por aquí y montamos una tapia con un montón de corredores. Tú que eres un máquina la puedes correr en ambos sentidos, así comparas por ti mismo, la dureza en las dos direcciones.
      Sí dices bien, conocer el lugar donde se compite da mucha seguridad.
      Un beso

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  2. Eso es, de menos a más, así da gusto llegar a meta! Los madrileños tenemos mucha suerte con la Casa de Campo! A seguir disfrutando así María, felicidades!

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    1. Querida Celina:
      Es algo que sé desde que empecé a correr y que olvidaba con demasiada frecuencia en cuanto sonaba el disparo. Salir en estampida era pagarlo en los últimos kilómetros. Espero no olvidarlo de nuevo.
      La Casa de Campo es un tesoro, un lugar que no deja de sorprender en cada nueva visita, los madrileños somos afortunados, sí.
      Espero coincidir contigo antes del verano.
      Un besazo

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  3. La CdC es una excelente salida para los que no tenemos tan a mano las zonas de montaña.
    Una temporada yendo con regularidad a la Tapia y te pones mas fuerte que el vinagre.

    Gran estrategia de carrera la tuya María. Se ve a la perfección que conocías el terreno y lo has puesto en práctica, felicidades.

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    1. Querido Raúl:
      Tapia arriba, tapia abajo... nos vamos endureciendo, y lo que es más importante, dejamos de temer a las cuestas, las de aquí son de categoría, y en la naturaleza, lo tienen todo.
      Un besazo

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  4. A mi me encanta, voy pocas veces a entrenar por ahí, pero en la carrera participio casi todos los años. Un placer como siempre verte de nuevo. Un besazo.

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    1. Querido Tomás:
      La Casa de Campo es mi lugar habitual de entrenamiento, y procuro hacer una tapia cada dos o tres semanas, es una forma ideal de medir fuerzas y acostumbrarnos a correr por lugares duros.
      La carrera me ha encantado, con toda seguridad vuelvo a repetir.
      Un beso y hasta pronto

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