sábado, 1 de noviembre de 2014

Aprendiendo contra Filípides


Madrid, 1 de noviembre de 2014


La semana pasada, en un grupo de Facebook, varios corredores que debutarán próximamente en maratón, nos mostraban sus dudas sobre si terminarían esta prueba,  si solo iban a correr en sus entrenamientos 30 kilómetros ¿podrían en su día con los 42 y pico? Me di cuenta de que todos empezamos igual, da lo mismo si llevamos más o menos tiempo corriendo, si somos hombres o mujeres, el maratón nos iguala bastante.

En cuanto nos planteamos correr un maratón, lo que nos provoca la idea, en mayor medida, es miedo, un miedo a lo desconocido, a no poder aguantar esos entrenamientos tan duros, y, sobretodo, miedo a no completar los 42K, a quedarnos a la mitad de esa prueba, a no llegar a la meta, a no poder triunfar después de haber estado trabajando duramente durante varios meses.

En cuanto decidimos correr un maratón, éste se apodera
de nosotros y ya no actuamos igual

En la novatada, metemos todos los kilómetros del mundo que aguantamos, nos da igual que nos diga un plan de entrenamiento que podemos hacer menos, a nosotros lo único que nos convence, y nos tranquiliza, es meter nuestros kilómetros, hacer las tiradas largas y que no nos falte ni una. Hemos leído en alguna parte que se recomienda correr 30 kilómetros y ¡los vamos a hacer! Da igual los consejos de otros maratonianos, de los amigos que ya han corrido varios antes que nosotros, cegados con nuestra idea haremos lo que nos dé la gana, normalmente, esa tirada de 30 (o incluso 32) que tiene tantos votos a favor como en contra. No creemos casi ni a nuestro entrenador.

“Tuve la oportunidad de descubrir que la parte más dura del maratón llega una vez superados los treinta y cinco kilómetros”. Haruki Murakami.

Cuando preparé mi primer maratón me frustraba muchísimo cada vez que no podía completar una tirada larga, si un día me salía mal y no podía terminar ese entrenamiento, me poseía una angustia que me perseguía por los rincones, comiendo… durmiendo…, ese martilleo de: y si no cruzas la meta por este pésimo entrenamiento. ¡Qué mala es la cabeza del maratoniano! Deberíamos poder dejarla en una estantería esos tres meses y recogerla en las dos semanas en que es tan necesaria, para la cordura, para no hacer tonterías y terminar fastidiando el trabajo realizado.

A mí creo que me ha llegado por fin, lo que podría llamar la normalidad, es decir, ser yo otra vez, razonando, pensando, y no sólo corriendo sin reflexionar.

Ahora cambio cosas de mi plan, quito incluso alguna tirada, dejo de ser robot maratoniana y paso a ser corredora persona, soy capaz de decidir sobre mi entrenamiento.

He preparado ya tres maratones y creo que la cabeza me responderá, ya lo ha hecho otras veces, en cambio, el cuerpo se verá, porque las sorpresas en esta prueba pueden ser múltiples. Si mi cuerpo tiene memoria, y la usa durante el recorrido de los 42k, solo le pido que él también recuerde que estuvo en los entrenamientos y que se porte como se espera de él.

“Si uno prueba a correr un maratón se da cuenta de ello: a los corredores de fondo no les importa demasiado que otro corredor les supere o superar a otro durante la carrera”. Haruki Murakami.

Es posible aprender sobre la preparación de un maratón. Aprender sobre cómo enfrentarnos a Filípides, sinceramente, lo veo menos probable, porque éste va a por nosotros siempre, durante el recorrido no podemos adivinar ni anticipar lo que nos ocurrirá, el maratón no es imprevisible, lo somos nosotros: por nuestra fuerza ese día, entrenamiento, edad, exigencia de marca. Depende de cómo nos enfrentemos a esta prueba, nos irá de una forma u otra muy distinta.

Ilustración de María Luisa Sánchez Ocaña, @mariatepinta
http://www.mariatepinta.es/

Siempre decimos que no hay dos maratones iguales (no me refiero a los de diferentes ciudades o países), y creo que eso es erróneo, hay pruebas que se mantienen inalterables año tras año, los que no somos dos veces iguales somos los maratonianos, variamos por el entrenamiento llevado, el cansancio, la vida personal, que vamos cumpliendo años... y eso hace que al enfrentarnos al maratón lo vivamos cada vez de una forma única y diferente.

Esa cuesta no va a variar de lugar, ni esa parte del recorrido aburrido se moverá, en cambio ¿qué hace que los corramos de forma tan distinta?, nosotros, que nada más cruzar una meta, ya somos otra persona, bien diferente de la que quedó atrás, y no lo sabemos, y nos confiamos, creyendo que la cuesta más pronunciada la subiremos nuevamente frescos, con ritmo, como la vez anterior, y llega la sorpresa, porque no es así y eso nos desconcierta y el juego ya no es como esperábamos, hemos sido tocados, debemos andar alertas para no ser hundidos. Hay que tener muy en cuenta que un mismo maratón no se conoce nunca, da igual correrlo 10 veces, nos sorprenderá con toda seguridad.

También creo que según avanzamos en maratones, aumentamos en manías, supersticiones y penosos ritos el día señalado. Es tan dura esta prueba que nos agarramos a cualquier cosa que nos ha funcionado antes. Me niego a llevar amuletos, bastante es cargar con mi cuerpo, y el cansancio, y el líquido que llega incluso a sonarme en el estómago durante el recorrido, pero sí me dominan las manías, esas no pesan, ni ocupan lugar: ando por un lado de la calle y no por otro, no bajo las escaleras del metro con gente a mi lado, por si tropiezan, me tiran algo…, ¡o yo qué sé! Y la última es que voy a correr el próximo (Málaga, el 7 de diciembre) con la misma camiseta roja de mis dos Mapomas, en ellos me fue bien así vestida, en Sevilla no, ¿por llevar otra camiseta, o porque no era mi ciudad? Ya no coordino la razón y la tontería, ante la duda, me da igual ser una pava supersticiosa, pero ¡corro con la roja! y veremos qué pasa.

Maratón de Madrid 2014

En estos momentos, preparando el maratón de Málaga, admito que estoy haciendo menos kilómetros que en los anteriores, me preocupa que no sean los suficientes, claro que es cierto que voy por el tercero este año, y no sé si es la confianza en mí, o que me conozco mejor, o estoy un poquito más segura de que voy a poder con ese próximo maratón, pero algo está cambiando en mí, puede que una pizca sí haya aprendido de tanto luchar contra Filípides, lo que no le he perdido es el respeto, ni el miedo, ni dejaré de mirar hacia atrás, ni me confiaré pensando que está distraído con otros y no me ve, porque ese pensamiento es de mala persona y durante un maratón todos nos convertimos en uno, pequeños gladiadores contra esos villanos 42,195 metros.

Nos encontramos en época de maratones, fuerza a todos para poder entrenarlo y cabeza para afrontarlo.

Saludos, abrazos, besos y hasta pronto,


María Caballero
@MCG66Madrid





4 comentarios:

  1. Sín duda seré un poquito más sabio cuando corra en Valencia...creo que se aprenden cosas,sensaciones,etc que vienen muy bien en la siguientes.Se cometerán otros errores pero no los mismos.

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  2. Llevo muchos años corriendo y nunca me he enfrentado a la maratón, me da miedo, así de claro, os admiro a todos los que la corréis una y otra vez. No sé si llegaré a tener el valor.
    Saludos,
    Carmen Octavio

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  3. Tu autoconocimiento en estas cosas del "correr mucho rato seguido" ayudan mucho. Y por lo que siempre leo por aquí tu. sí de algo has aprendido es de eso. De autoconocimiento que te permite pasar un duro maratón de Sevilla y sacarte la espina con un gran MAPOMA
    Pero todo lo que escribes, una vez más, es cierto. Con cada maratón nos hacemos más sabios... A ver si sabemos aplicarlo al resto de cosas de la vida
    Un abrazo

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  4. Me a gustado mucho Maria la reflexión de como afrontar el maratón, con la humildad y el respeto que se merece el maratón.Yo a mi segundo maratón fui con muchos menos km que el primero pero mentalmente mejor preparado y la mente ayuda mucho cuando la cosa se complica.Creo que tu estas ahora mismo en esa fase tienes seguridad en lo que haces.
    Besos.
    Baldo.

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