lunes, 25 de marzo de 2013

Carrera Popular DKV Bomberos de Madrid

Lleva toda la noche lloviendo, suena el despertador y la pereza golpea sobre mí, ¿porqué dejar esta comodidad tan temprano? ¡Tengo una carrera! -me digo. Al pronunciarlo en voz alta activa un resorte que me hace casi saltar de la cama. Ver la mochila preparada, la ropa en la silla, el dorsal... despeja todas las dudas, sí, quiero hacerlo. 

Es domingo 24 de marzo, 9:30 horas, nos reunimos en la Puerta del Sol mi hermano Miguel y yo con caras de sueño. A esa hora hay gente que aún no se ha acostado, pienso en lo pobres que son, volviendo de borrachera, al menos a nosotros esta juerga nos va a dar salud.

Llegamos a Montera sin muchas palabras. Recogemos el chip y es en ese momento en el que se puede decir que nos acabamos de despertar. Ahora sí, hablamos sin tregua, ¿tú cómo vas? ¿qué te duele? ¿y los entrenos?

Comienzan a llegar gran número de corredores. De todas formas, es una mañana extraña de competición. La gente llega silenciosa, se habla bajito, puede ser por los edificios cercanos, no son horas todavía de empezar a molestar. Nada que ver con el bullicio que se monta en El Retiro, o la Castellana.

Colocado el chip y colgado el dorsal comenzamos con la sesión de fotos. ¿Todo listo? Nos damos un beso, nos deseamos suerte y cada uno se coloca en su cajón de salida.






 












En Montera hay más animación por parte de los turistas, que no paran de hacer fotos, y de los vecinos de la calle, que desde las ventanas graban vídeos, que de los propios corredores. Yo misma me siento extraña.

Mientras explican por megafonía el recorrido y piden que guardemos un minuto de silencio por los bomberos caídos, entiendo la diferencia: no hay música de la que aturde los oídos pero que nos hace ir subiendo pulsaciones y nos mete en ambiente, nos caldea; ni familiares animando; ni siquiera huele a Reflex, ni Icepower. Está claro que lo que nos da el subidón a los corredores esta mañana no lo vamos a tener.


Comenzamos a correr, misma sensación. Silencio absoluto, al vernos parecería que nos han obligado o castigado a correr esa mañana. Yo creo que la mayoría corremos con la presión del Maratón en la cabeza y nuestro cuerpo está ahí, las piernas se mueven pero la mente hace cábalas sobre geles, avituallamiento, últimas semanas... y demás. Ni siquiera hay gente por las calles animando. Una carrera en una ciudad fantasma.

En definitiva, una carrera extraña, y sosa, nada parecido a lo que estoy acostumbrada aquí en la gran ciudad. La próxima crónica será diferente, sin ninguna duda, la Media Maratón de Madrid, ya estoy oyendo la música.

Por último, agradecer a o a su camiseta, que ha llegado al cuerpo de en el momento justo y le ha levantado el ánimo y a Demetrio que con sus consejos ha conseguido que baje sus tiempos en 10kms, porque también me estais ayudando a mí, porque correr el Maratón sin Miguel es impensable y eso no puede pasar.

Abrazos y hasta la próxima.

3 comentarios:

  1. Buena crónica, las sensaciones que tuve son muy parecidas, a pesar de salir un día bastante agradable ni Dios animando...somos de extremos, o nadie, o todos...

    Un saludo y un placer, nos vamos leyendo.

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  2. Lo prometido es deuda, ya te sigo con Blogloving!! me gusta leerte con más de 140 caracteres. Cuidate #runnerwoman

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  3. Estreno bloguero!! Curiosamente la primera carrera popular a la que me inscribí fue la de bomberos. En 2006. Bueno, en realidad me inscribieron. Llevaba meses sin correr y sudé tinta para terminar.Nos leemos!

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