Madrid,
22 de febrero de 2015, 9:30 horas
Es una de las carreras que
comienza en mi barrio. Puedo acercarme andando, calentando, por la calle
General Fanjul, hasta la zona de salida y desde que empecé a competir, hace
cuatro años ya, me he resistido a correrla, solo porque todo el mundo añade la
coletilla de “esta media es muy dura” al hablar de ella, y ha tenido que ser
precisamente en su décima edición cuando me he decidido a conocerla.
Lo primero decir que está
muy bien organizada, el trato al corredor es excelente, es de las pruebas que
enganchan y al concluirlas sabemos que volveremos. Por la inscripción hemos
pagado 13€, nos llevamos una camiseta técnica y una bolsa del corredor bastante
completa, además durante la carrera hay parking gratuito en el Centro Comercial
de Aluche desde las 7:00 horas.
Tras correrla, puedo confirmar que sí se puede
considerar de perfil duro.
A las 8:30 horas era el
encuentro con los amigos en la explanada de la Junta Municipal de Latina: Ángel Sánchez (Contador de Kilómetros),
Rafa Castillo, Raúl Rubio (Korrecaminos), Miguel
Ángel Álvarez, Roberto Serrano.
Los nervios todavía no han aparecido, entre risas, bromas y hablar de futuras carreras
(principalmente el maratón de Barcelona, ya próximo, y el de Madrid), van
pasando los minutos.
Qué bien conjuntados Carlos y yo en esta foto |
Nos dirigimos a la calle Guareña para calentar y estar atentos para colocarnos en un buen lugar cuando se vaya acercando la hora del comienzo. Justo ahí nos encontramos con David Corbacho y vamos aumentando el grupo de los conocidos.
Casi sin darnos cuenta anuncian que en tres, dos, uno..
tomamos la SALIDA.
Nos quedamos juntos David y
yo, es curioso, justo los que somos de este barrio, al resto les vemos
desaparecer entre los corredores, al girar en la calle Vidauba, en el Km1, ya no les localizo. Corremos
tranquilos, quedan muchos kilómetros y hay que medir las fuerzas. En General
Romero Basart, antes de llegar al Mercado de las Águilas, aparece Miguel Ángel, aquí nos hemos juntado
los tres de San Ignacio de Loyola. Al acercarnos al Instituto de la Salle, descubro
a Chema Beltrán, impensable no saludar
a este veterano maratoniano. Veo avanzar a David y a Miguel Ángel, sé que en
breve les perderé, tarde o temprano iba a suceder, cada uno que busque su
ritmo.
En General Fanjul, Km2, con el sol dándonos de cara puedo
asegurar que vamos a tener una mañana genial, incluso pasaremos calor, haber
cargado con dos capas, la de debajo de manga larga, no ha sido buena idea. Al
volver a pasar por delante del Centro Comercial me sorprenden los gritos de
alguien en la acera izquierda, ahí está Nacho
Cepero, saltando y dándome ánimos. Superamos el Km3.
Pasado el intercambiador de
Aluche y justo ascendiendo la calle Valmojado, por el Km4, me saluda Carlos Alonso.
Subir el Parque de Aluche,
la calle Sepúlveda, no tiene ningún misterio, es mi sitio habitual de paso
hacia la Casa de Campo en los entrenamientos. En el Km6, mientras charlo con Luis
Fernando, que no corre la media, si no que ha venido a animar y trata de
llegar hasta el siguiente punto antes que sus conocidos, me atrapan los gritos
desde el Parque de la Cuña Verde de Mai
Rodríguez, y me dan energía para lo que vendrá después. Hasta el Km7, la carrera es asequible, llano,
cuesta abajo, nos sirve para ir calentando bien las piernas.
A partir del Km9 va cambiando bastante el perfil. La
subida de Batán duele, hay que bracear bastante para no perder el ritmo que
llevamos.
Desde el Km10 tenemos un recorrido que los que
solemos correr en la Casa de Campo conocemos bien: el Paseo de los Castaños y del
Embarcadero… subida que se va haciendo más y más pesada, y aún no ha llegado ni
la mitad de la Media. Seguimos por el conocido Paseo de los Plátanos y de los
Castaños, tratando de no gastar todas las energías aún. En breve llegamos al
último avituallamiento en el Km15,
que a diferencia de los dos anteriores, bastante limpios, presenta una desastrosa
carretera llena de vasos pisados, un tramo en el que debemos ir sorteando todos
estos obstáculos sobre el asfalto mojado de bebida isotónica pegajosa.
El recorrido en la Casa de
Campo transcurre en silencio, todos vamos reservando las fuerzas, solo se
escuchan las pisadas, las respiraciones de los que llevamos cerca, la nuestra.
Poco después un tramo de
subida y bajada común para los corredores, tan solo nos separa una cinta roja, puedo
saludar a los compañeros que van delante, como Raúl Rubio, y a los que llevo a
la espalda, como Chema Beltrán, muy concentrado en su carrera, sin prestar
atención a mucho más.
Pasar el Km16, dejar atrás el Zoo significa que
llega lo fuerte, el momento de centrarnos en subir y subir y no perder
demasiado tiempo en este tramo, lo que creo que es bastante inevitable.
En el Km17, muy bien situado aparece el fotógrafo de la organización,
para capturar las caras de sufrimiento, de tenemos que poder con esto y salir
de aquí. Al descubrirlo decido no cambiar la expresión que llevo y saludarle o
dedicarle mi mejor sonrisa, como es mi costumbre, creo que es mejor reflejar
cómo corríamos realmente por ese tramo, por la Cuesta Aisa.
Foto de la Organización de la Media Latina |
¡Qué ganas de volver a ver
mi Parque de Aluche!, no porque sea fácil este tramo final, seguimos en subida
constante, y justo corriendo el Km18,
cuesta. Me comentan a la espalda si me han abandonado todos los amigos, ¡aún le
queda reserva a Chema Beltrán para la guasa! Vemos cerca el cartel del Km19.
De nuevo un tramo por el que
he pasado mil veces, paseando, corriendo, en transporte público, y tan
diferentes las visiones en cada caso, hoy me parece aún más dura la zona, pasar
el Intercambiador de Aluche, ascender y ver el Centro Comercial por tercera vez
en la mañana, deseo dejar la calle Guareña a la izquierda y enfilar hacia el
Polideportivo de Aluche, con un único objetivo, sacar todas las reservas, medir
mis fuerzas y tratar de recobrar la velocidad perdida tras tanta cuesta mortal,
aunque sea en unos metros, tener el apoyo de Anabel García tan cerca del final y que corra junto a mí unos
minutos, ver la entrada al Polideportivo y que Pedro me grite que ya lo tengo,
que se ha terminado, pero aún no, queda la entrada triunfal, ese paseíllo por
la pista de atletismo, me atrapa un tonto deseo de acelerar, para ir dejando
atrás a algunos corredores, que aunque no sirva de nada, me llena aún más de
alegría, porque he podido con la Media de Latina, la dura, la de perfil
desagradable, y atravieso corriendo tan rápido como puedo, en ese momento, esa
META, ¡ni yo me lo creo!
Si pensamos en lo de que sin
sacrificio no hay gloria, aquí tenemos una muestra, una carrera muy bien
organizada, con un recorrido bonito que nos hace demostrarnos nuevamente de qué
estamos hechos los corredores, y no es precisamente de postureo y llamativos
colores, es del trabajo constante que hay detrás, que no se ve, pero si
pudiésemos ponerlo en una imagen sería algo increíble.
Acabo de torear la Media de Latina, y he conseguido superarla. Me ha faltado una medalla, igual en otra edición se lo plantean |
Desvirtualizar por fin a José Carlos Ojeda (Pepemillas).
Volver a ver a Nacho Cepeda.
El
reencuentro con el grupo de las 8:30 horas y poder darle un abrazo a Johnny y Raúl Hernández ponen el final a una gran mañana de febrero.
Hasta muy pronto a todos.
Saludos, abrazos, besos,
María Caballero
@MCG66Madrid
Da gusto saber que se siguen organizando carreras a precios económicos y bien organizadas. genial esta crónica y el encuentro con tanta gente conocida. A Pepemillas sí tengo el placer de conocer, un histórico de los blogs.
ResponderEliminarEfectivamente, Gonzalo, tener carreras muy bien organizadas y que se preocupan del corredor siempre son de agradecer, si además no nos sangran con el precio hay que apoyarlas y tenerlas marcadas en nuestros calendarios.
EliminarY por cierto, nada masificada, 3000 corredores.
Un abrazo
Una grata sorpresa coincidir contigo y poder saludarte en la fase final de la carrera.
ResponderEliminarUn besazo.
Siempre es un lujo compartir carrera contigo, Raúl. Hasta la próxima, que espero que no tarde demasiado en llegar.
EliminarQue todo vaya genial hasta el Mapoma.
Un besazo