viernes, 31 de mayo de 2019

¿Cuántos puntos perderías de tu carnet de corredor? Normas básicas para correr sin molestar.


No es la primera vez que se escribe sobre este tema, otros blogueros ya han tratado antes el asunto, por lo que no esperéis nada original a continuación. Yo no lo hago, y tú tampoco, estoy segura, aunque carrera tras carrera lo sigo viendo, eso demuestra que recordarlo de vez en cuando no está de más. Escribiré solo corredor, entendiéndose que esa palabra es tanto para mujeres como para hombres.

No por mucho adelantarte, se va a acortar la distancia. Si no eres un corredor rápido, si además eres más o menos novato, no tiene ningún sentido situarte en las primeras posiciones, lo único que lograrás es entorpecer a otros corredores, formar tapón, comenzar a un ritmo que te destrozará y terminarás andando antes de ver el cartel del kilómetro 3. Además, al pararte en pleno inicio de carrera recibirás más de un empujón de otros corredores. Colocarte en el lugar adecuado hará que disfrutes más de la carrera.



Usa el ropero, lo has pagado. Me sorprende que corras con la mochila encima, más cuando casi ni puedes con tu cuerpo y te permites cargar con más peso. Si preparas un ultra, opositas para bombero o tienes buenas razones, está bien. Habrás escuchado montones de historias, con la que te tienes que quedar es que, salvo excepciones, el ropero funciona, no se pierde lo que depositamos en él y es una gran ayuda.

No empujes, ¿por qué empujas? Si has llegado tarde, te has situado mal, si hay mucha gente delante... no es culpa de nadie, ten paciencia y trata de adelantar sin empujar ni clavarle el codo en el hígado a ningún corredor. Somos deportistas, compañeros, personas, y lo primero, siempre, debe ser el respeto.

No estás en el baile de las mariposas. Debemos tratar de no cruzarnos a lo loco de una punta a la otra del asfalto, molestamos, somos un peligro, podemos provocar caídas, si hay conocidos en ambos lados, a los que tienes lejos puedes saludarles con la mano, la gente ve a una distancia moderada, tranquilo.

No es una prueba de obstáculos. Correr con alguien no significa taponar e impedir que el resto de corredores avancen, porque hay que ir hombro con hombro con el amigo, principalmente si el grupo es de cuatro o más, unos pueden ir delante, otros detrás, así también se va repartiendo mejor el esfuerzo.

Comencé la carrera limpia, quiero terminarla igual. Si tienes que escupir (preferible no hacerlo), o limpiarte la nariz sin pañuelo, al menos colócate en los laterales y mira siempre antes de hacerlo para que lo que vas a tirar no le caiga a otro corredor encima, es muy desagradable y asqueroso.

¿No tienes más volumen? ¡Cómprate otro! Durante la carrera pueden suceder cosas, un corredor tirado en el asfalto, una ambulancia que necesita pasar para atender a alguien, un avituallamiento que se ha situado en el lado contrario al previsto, un desvío para la distancia elegida... y la organización o la policía nos gritarán instrucciones, es importante poder escucharlas y no ir aislados y sin enterarse.

Por ti, por mí y por el resto de compañeros. Todos tenemos derecho a pararnos a mitad de la carrera si no podemos más o nos encontramos mal, lo más acertado es hacerlo a un lado y no de golpe y justo en medio, además de recibir empujones involuntarios, puedes provocar alguna caída o incluso hacer que te tiren a ti.

Te han dicho bien, hidratarse es vital, no como para matar. Si vas en el lado contrario al avituallamiento trata de acercarte a él indicando a otros corredores que te vas a cruzar, o incluso pide a alguno que esté más cerca de las mesas que te pase una botella de agua. Lo que nunca hay que hacer es empujar a otros o abrirse camino de formar brusca, trata de resolverlo con educación y compañerismo.




¿En tu casa lo haces? El comportamiento en la zona de avituallamiento nunca la comprenderé, agarras, tomas, y tiras a tus pies, ahí delante, con total descaro, sin ninguna preocupación por la gente que llegará más tarde a ese punto, poniendo en peligro la carrera de otros corredores que pueden caerse por los tapones, botellas, cáscaras, o vasos del suelo.



Algunas si llueve ni salimos a correr, ¡no me mojes los pies! Mira hacia los lados antes de tirar agua u otra bebida para no empaparle toda la zapatilla a quienes corren a tu lado, da bastante rabia, te lo aseguro.

No te lleves lo que no te pertenece. Aunque no esté expresamente detallado, lo normal, es que a cada corredor nos corresponda una botella de agua o un vaso en cada avituallamiento, si coges más, ten en cuenta que a algún corredor de detrás le podría faltar, y también ha pagado para recibirla. Sobre los que corren sin dorsal y además usan los avituallamientos y masifican aún más las carreras, todos tenemos la misma opinión.

Afortunadamente, estos casos son minoría y lo que abunda en cualquier carrera popular es el compañerismo, el buen ambiente, las palabras de ánimo de otros corredores en los momentos de bajón o ante las cuestas más pronunciadas y las risas, incluso con gente a la que no hemos visto nunca y con la que puede que no volvamos a coincidir nunca más, por eso colocarse en el asfalto con un dorsal los fines de semana engancha tanto.



María Caballero
@MCG66Madrid




domingo, 14 de abril de 2019

Esta meta no es la mía




Bastante antes de saber la distancia exacta que nos separa del arco de meta, por las voces de los que animan, la música, la voz del speaker..., podemos intuir que el final está muy cerca, y en ese instante algo cambia súbitamente dentro de nosotros, se nos acelera el pulso, y no es que vayamos pasados de ritmo, respiramos con dificultad, apretamos las manos, y si no llegamos fundidos, aceleramos la zancada, o la ralentizamos para bebernos el momento, nos brillan los ojos, sonreímos sin ser incluso conscientes de ello y un hormigueo de felicidad nos recorre todo el cuerpo. En cuanto logramos ver el arco subimos los brazos, agitamos un puño, miramos al cielo, hacemos un corazón con las manos, tiramos besos al aire, reímos como con el mejor de los chistes, lloramos... son tantos los gestos, las formas de alcanzar el final de una carrera, el instante que nadie ni nada debe impedirnos vivir, porque nos lo merecemos, lo hemos luchado y ganado y tenemos que disfrutarlo.

Media de Madrid 2017

Media de Madrid 2017

Una meta debe acoger, envolver, emocionar al corredor cuando llega, si no es así, pierde su principal objetivo, se desdibuja, se queda en nada y pronto se olvida, o lo que es peor, solo se recuerda por nefasta, a partir de ahí, seguramente, veremos también como malas otras partes de la carrera que si hubiésemos vivido felices el final, las habríamos pasado por alto.

Para que una meta sea buena no debe tener el arco más grande ni colorido, ni siquiera la música más estridente, cualquiera de nosotros podríamos enumerar bastantes buenas metas y quienes no las han cruzado quizás no lo entiendan solo viendo nuestras fotos, porque a veces no es el lugar, ni el espacio, es cómo, la animación final hace mucho, y cómo se vuelca la organización para hacer que los corredores nos sintamos especiales, y no solamente los primeros, los del centro, los últimos, todos.

Y cuando durante muchos años, en Madrid, hemos tenido una buena meta en el Parque del Retiro, y nos la suprimieron de golpe, cambiándola por otra que no le llega a la altura, en el Paseo del Prado, que dudo mucho que llegue a ser nuestra meta algún día, reducida, sin espacio para alojar a nuestros animadores al final del recorrido, pobre ratonera en la que, cual colmena, acabamos unos sobre otros hasta convertir nuestro honroso final en un tapón lento de despejar. ¡Cómo no vamos a añorar nuestra querida meta del Retiro en la media y en el maratón de Madrid! En aquélla vibrábamos. En la actual, nos cabreamos.

Soy la primera que no desea ningún daño para nuestro querido parque, ni para las diversas especies animales que lo habitan, lo primero debe ser mantenerlo y preservarlo en buen estado. Lo que es complicado de encajar es que antes había carreras allí todos los fines de semana, y desde el año pasado no se pueda hacer ni una excepción con las dos carreras más grandes de nuestra ciudad, la media y el maratón. Además, la feria del libro también es multitudinaria, ruidosa, muchos días allí ubicada, con megafonía constante anunciando cosas y cuesta creer que la feria y sus visitantes beneficien al parque.

Maratón de Madrid 2014

Si hemos perdido nuestra meta, que nos ofrezcan la que nos merecemos. El año pasado en la media, a mí que se me llena la boca contando todas las carreras que llevo de esta distancia, me siento una farsante, yo el año pasado, por primera vez desde que comencé a correr, no crucé la meta de esos veintiún kilómetros y pico, una mala previsión de la organización me impidió hacerlo, por el tapón de gente que se formó al no poder avanzar los que debíamos cruzar el arco al estar parados para recoger el avituallamiento los que habían llegado antes. A mí me deben esa meta, y a muchos otros, no creo que se me olvide, porque tener las fuerzas y no concluirla corriendo, sino andando, muchos minutos después, supone mucha frustración.

En el maratón, no me provocó ninguna emoción, porque en realidad entré sola, el público quedaba tan atrás que parecía que me introducía en un túnel, frío y sin ofrecerme el valor que merecía lo que acababa de concluir, ¡qué lejos se encuentra, de ese largo e intenso tramo que teníamos en el parque para venirnos arriba, desde que entrábamos por su puerta hasta que cruzábamos bajo el arco.

Y van tres, este año, en la media, la triste meta del Paseo del Prado, al coronarla, nos regala un muro de espaldas, y la alegría de terminar se tiñe pronto de paciencia para poder avanzar y salir de allí.

¡Cómo no vamos a añorar nuestra querida meta del Retiro! si con el pobre sucedáneo que tenemos en la actualidad seguimos pensando, ¡esta meta no es la mía!



María Caballero
@MCG66MADRID

domingo, 24 de marzo de 2019

El maratón no se ha inventado para todos los corredores



Tanto como oímos hablar de la fiesta del running cada vez que se acerca un maratón es normal que todos queramos participar y estar en ella. Los corredores, además, lo solemos describir como algo grande, hasta que no corres un maratón no descubres lo que es correr, cruzar la meta de un maratón es algo increíble, el maratón hizo que me descubriese como corredor, el maratón te cambia la vida... y tantas otras que hemos leído e incluso pronunciado o escrito. Y ya ver esas fotos de sonrisas inmensas y estrenadas medallas deben terminar de poner el deseo en los labios de los demás.

Como en cualquier fiesta, depende del momento en el que acudas a ella, será increíble, llena de música, público, espectáculo... o no será más que un trozo de asfalto con un arco al final. Imaginemos la mejor de las fiestas a la que hemos acudido, si llegamos pronto, la disfrutaremos al máximo, en todo su esplendor de lo que pueda ofrecernos. Si llegamos tarde, normalmente, no quedará nuestra bebida favorita, la comida escaseará, nos costará seguir la conversación en los grupos y nos decepcionará y pensaremos que fue una mala fiesta. Y ahí, estamos equivocados hasta el fondo, la fiesta mereció la pena, fue buena, estuvo bien organizada, solo que no la vivimos como esperábamos.


El maratón creo que para que reluzca en toda su magnitud ante nosotros hay que terminarlo antes de las cuatro horas. A partir de ese tiempo cambia mucho el escenario, el público se reduce, el speaker se dedica a la entrega de premios, a comentar si se ha batido algún récord... y ya no está tan volcado en los corredores que llegan, según se pasa de las cinco horas, cruzar la meta suele ser un acto frío, más bien solitario y sin nada de épica alrededor. Y esto en lo concerniente al arco. Antes, los últimos corredores a veces sufren el tener que correr por la acera porque la carrera ha sido reabierta al tráfico, corren entre gente, que puede que ni sepan que están participando en una carrera, y si no se conoce muy bien el recorrido, además, aparece el peligro de perderse y no terminar el maratón.





Esta reflexión la tenía hace tiempo dentro, ha salido con Castellón, el speaker dijo “y esto ha sido todo”, cuando aún quedaba gente por llegar, es más, aparecían al fondo de la calle, ¡es injusto! Si conocéis a alguien que vaya a correr un maratón, y termine en cinco, cinco y media o incluso seis horas, intentad montarle su pequeña y privada fiesta personal en meta, con mucho jaleo por parte de su gente, que se sienta especial, igual que lo fue el primero, porque colocarse en la línea de salida de esta distancia ya es un gran paso, y superar kilómetro a kilómetro los 42 hasta cruzar la meta cuesta mucho esfuerzo, sufrimiento, dolores...

Nunca olvidaré a una señora, bastante mayor, que en el maratón de Málaga 2014 iba completamente sola, muy al límite de tiempo, perdida cuando le faltaban aún bastantes kilómetros. Habían quitado las vallas, los voluntarios se habían retirado... y un policía no sabía indicarle muy bien cómo era el recorrido que le quedaba. Si yo lo hubiese conocido la habría acompañado, corría tan despacio que andando podía ir a su lado. Me pareció la cara más triste del maratón, pagó el mismo precio por su dorsal que muchos corredores y lo que obtuvo a cambio fue incertidumbre, dudas y un camino borrado. Me dio por pensar si con los años me vería alguna vez como ella, mayor para seguir siendo maratoniana, joven para renunciar a un sueño. Seguramente ella llevaba años corriendo, por su ropa, su cuerpo... no era el primero al que se enfrentaba, puede que ni el último.


Ni a otros dos en el maratón de Madrid 2016. Afortunadamente para ellos el recorrido seguía marcado. Llegaban a Atocha, casi al borde de las seis horas. Aún le quedaban varios kilómetros y corrían muy despacio. Un hombre muy mayor, al darle ánimos me preguntó si tenía un gel. Se lo di, y una botella de agua, le ofrecí más cosas y ya ni me contestó. La mujer andaría por los cuarenta y tantos. No quería nada, solo saber la hora, ¿cuánto falta para que cierren?, ¿queda alguien aún, o se han llevado la meta? Las ganas de llorar que me entraron fueron increíbles, le aseguré que su meta estaría allí, que la cruzaría, que no se la iban a quitar... debí poner tanta euforia que le cambió la cara, y sonrió, no supe nada más de ella.




Correr un maratón merece la pena, y prepararlo, desearlo, odiarlo, buscarlo por otras ciudades o países, planearlo, amarlo, soñarlo, … es verdad que es una gran experiencia y una buena fiesta, que si no se nos tuerce por el camino la viviremos intensamente, y a veces, ni somos muy conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor, la fiesta la llevamos dentro, y lo que refleja nuestra cara en ocasiones no es lo que va en nuestro interior, que son cohetes, palmas, risas y seguramente un convencido ¡¡eres la puta ama!! al cruzar la meta. Cada maratón queda para siempre con nosotros, porque ninguno se olvida, ni hay dos que vayan exactamente iguales, ni siendo en la misma ciudad, nunca se deja de aprender en esta distancia ni de guardar recuerdos en el corazón, unos muy buenos, otros no tanto, todos sirven.



María Caballero
@MCG66Madrid



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