Navalcarnero,
14 de marzo de 2015 – 10:00 horas
Este sábado me enfrento a mi
segunda carrera de trail, en esta ocasión no sólo hay tierra y grava, una parte
del recorrido será en asfalto. Como hace semanas que no llueve, no es probable
que encontremos barro, nos va a tocar tragar algo de polvo.
Navalcarnero es un municipio
de la Comunidad de Madrid situado al suroeste, a 31 kms de la capital. Linda al
norte con Sevilla la Nueva y Villaviciosa de Odón, al sur con El Álamo, y con
la provincia de Toledo, al este con Móstoles, Moraleja de Enmedio,
Arroyomolinos y Batres; y al oeste con Villamanta.
En Navalcarnero al Límite competiremos tanto corredores (el sábado)
como ciclistas (el domingo), es su segunda edición y han modificado el
recorrido del año pasado.
He pagado por la inscripción
15,60€. La bolsa del corredor contiene una gorra y una braga. No hay camiseta,
se puede comprar, no entra con la inscripción. Los participantes podremos
utilizar las duchas de los polideportivos el Pijorro, Mariano González y
Covadonga.
El día amanece despejado, soleado,
fresco, con temperaturas que irán subiendo según avancen las horas. Estas
pruebas me ponen muy nerviosa, la poca experiencia y el desconocimiento del
terreno me angustian hasta tomar la salida. El asfalto es siempre igual,
podemos encontrarnos con carreras duras o más llanas, pero el terreno no
cambia, en el trail no sabemos cómo serán los siguientes kilómetros sobre los
que pisaremos.
La salida y meta serán en la
Plaza Segovia, allí encontramos la Zona Expo, con los expositores de las
diferentes marcas y las carpas para la entrega de los dorsales.
El ropero es
solidario, el coste es de 1€, que irá destinado a la Asociación Fibronaval.
El frío no se nota
demasiado, con la plaza abarrotada de gente, bajo el agradable solecito. El
arco de salida está situado en uno de los laterales, no hay que desplazarse
nada, solo movernos un poco de nuestro sitio y colocarnos debajo cuando llegue
la hora.
Los minutos pasan rápidos charlando con Pedro y Raúl Hernández Gala,
quien conoce bien la zona y no cree que vaya a tener sorpresas para él este recorrido.
Tras el pistoletazo, la
salida es rápida, ordenada, los primeros kilómetros serán por asfalto, vamos
saliendo del pueblo, con la gente animando. El ritmo de los corredores es
rápido. Sobre el Km3,5 abandonamos
el asfaltado, una subida y a partir del Km4
será grava y tierra. Llega el primer avituallamiento, ya empieza a hacer
calor, toca hidratarse en todos los puntos del recorrido. La tierra está seca, al
correr pegados unos a otros, el polvo que levantan los de delante lo tragamos los
de detrás. Empiezo a masticar tierra. Los ojos me pican.
Durante los Kms5 y 6 disfruto, me va gustando el recorrido, con el pinar a ambos lados
del camino, me voy manteniendo en mi ritmo con facilidad, me siento fuerte, se
han esfumado los nervios hace rato. Hay tramos de abundante arena fina, como la
de la playa, donde cuesta no quedarse clavados. El viento es constante durante
toda la carrera, en algunos tramos molesto de verdad.
Mi sorpresa llega en el Km7, aquí hay dos desvíos, uno que
tomarán los que solo corren 10kms y otro que es para los que completaremos los
21kms, desde abajo, veo que todos los que llevo delante suben hacia la derecha,
y al llegar arriba, giro a la izquierda y ¡no hay nadie! A lo lejos puedo ver
dos corredores de azul, imposible alcanzarlos, van muy rápido; detrás no
escucho pisadas, he dejado de oír las voces, como ocurría hasta ese momento.
Dudo si mirar o seguir en la ignorancia de la situación, finalmente me giro, y
descubro que detrás solo vienen otros dos corredores juntos, como no sé qué
ritmo van a llevar, decido programar a la loba esteparia que llevo dentro, para
volver a enfrentarme a otra prueba en solitario, ¡parece que se está
convirtiendo en costumbre!
Del Km8 al 10 tramos cortos de constantes subidas y bajadas, bastante
pronunciadas. A la derecha, una carretera sin circulación y a la izquierda,
campo. En el trail está claro que hay que venir a terminar, aquí no hay un
punto para que la cabeza nos diga “si eso lo dejamos, no merece la pena sufrir
más”, sencillamente para mí que soy de ciudad, esto es la nada, no me gustaría
quedarme aquí, ahora mismo me costaría saber regresar al pueblo.
En el Km10 el segundo avituallamiento, me adelantan dos chicos, que
agarran el agua y retoman corriendo aún más rápido, hacen lo mismo los dos que
llevaba todo el tiempo detrás. Decido tomarme un respiro, incluso tiro alguna
foto mientras bebo el agua, ahora tengo claro que seguiré sola hasta el final,
detrás no veo a nadie, los colores serían fáciles de distinguir.
Reanudo la marcha, agarro
las pasas y decido comenzar con ellas. Los dos que llevaba detrás no me sacan
casi distancia, puedo alcanzarlos nuevamente sin problema. La subida más
terrible de la mañana la encontramos en el Km11,
tras superarla, veo que mis únicos humanos cercanos no llevan mi ritmo, toca jugar
en solitario, la naturaleza como única compañía, y de vez en cuando un ciclista
de la organización que indica el camino que debo seguir y que me tranquiliza,
si está ahí, voy bien, no me he perdido, ni equivocado de recorrido. Tramos largos
en soledad que se pueden denominar: sigue la flecha blanca pintada en el suelo,
sin dudar y sin girar por ahí si ves una línea blanca.
Nuevamente el pinar, el
silencio, todos los sentidos puestos sobre el terreno, para no resbalar con los
tramos de gruesas piedras, ni dañarme un tobillo con un inoportuno resbalón. No
pensar en nada, solo sentir el corazón latiendo, escuchar el sonido de mis
pisadas, de mi respiración, ni siquiera hay pájaros alrededor.
Sobre la arena, pintado en
blanco, aparece un VAMOS, habrá otro un poco más adelante. Me hace sonreír el
detalle.
Antes de ver el cartel del Km13, una duda, ¿iré bien? ¿y si he
tomado un camino equivocado tras el laberinto en la zona de árboles muy juntos,
en la que tuve que parar un momento para mirar bien las cintas atadas que marcaban
el no pasar por ahí, y las flechas pintadas en el suelo indicando un giro y
después otro…? No salí muy segura de ese tramo. Aparece una moto de la
organización, me dan ánimos y si no dicen lo contrario iré por el camino
correcto.
Una última subida larga y
pronunciada en tierra y a partir del Km14
regresamos al asfalto, algo más de civilización, no demasiada, algún coche
suelto pasa por esta carretera, caigo en que es la que veía desde arriba, en el
Km7. Empiezan a pasarme ciclistas que bromean, me dicen que si se lo pido me
dejan subir a la bici un rato, que no se va a enterar nadie. Reconozco a
varios, estaban en el pinar marcando el recorrido, ¿pregunto si voy la última y
por eso se van? Me aseguran que queda gente de la organización abajo, y más corredores.
Ni idea si eso es así.
Veo a alguna persona
entrenando que pasa a mi lado; algún señor que va con la compra y me mira con
curiosidad… No se puede decir que esté concurrida la zona. Sigo en solitario,
con la breve compañía de la gente de la organización que me indica al pasar
ante ellos por dónde debo continuar.
El Km18 está en una placita con jardines, hay una infinidad de
posibles alternativas, varios de la organización me gritan “a la derecha, y
ahora a la izquierda y por allí abajo”, y aparece un carril bici y otra persona
me hace gestos para que salga nuevamente a la carretera.
Nueva subida de las que hay
que bracear para no perder el ritmo, como es en asfalto se supera bien. Y ya nuevamente
a correr por el pueblo. Tramo final de adoquín, que termina de machacarme los
maltrechos pies dañados por las piedras. Aquí hay gente animando, ¡ya no queda
nada!, ¡lo has conseguido! Desde antes de terminar el Km20 ya se oye la música, la Plaza Segovia está próxima. Trato de
correr más rápido para ganar algunos minutos, pero es complicado, el adoquín no
es favorable para ello.
Nada más ver el cartel del Km21, bajo la mirada al GPS y me invade
la alegría, ha salido la mañana mucho mejor de lo esperado, voy a terminar esta
media en 2:06:42. Pedro y Raúl gritan mi nombre, me entran unas ganas enormes
de saltar (y eso sin saber aún que quedaría tercera de mi categoría).
Faltan
pocos metros para cruzar la META y me hubiese encantando pisar la línea dando saltitos, pero en el último momento me da vergüenza y entro como se
espera, corriendo.
Este 14 de marzo termina disfrutando
del buen ambiente de la carrera en la Plaza Segovia, felicitando a Raúl
Hernández por su buena marca, que es tan modesto que ni la dice si no se le
pregunta directamente y paseando por Navalcarnero, que ha cambiado y se ha
modernizado muchísimo desde la última vez que estuve por aquí.
Saludos, abrazos, besos,
María Caballero
@MCG66Madrid
¡Buena crónica! Siempre es duro afrontar un trail en solitario, ¡y encima entrar el el podio más meritorio aún!en
ResponderEliminarMe alegro mucho de que haya salido bien, ¡no hay quien pueda contigo!
¡Un abrazo desde el sur!
Hola Juan:
EliminarEs una carrera muy nueva, su segunda edición, y éramos pocos corredores, la gran mayoría completaban los 10 y a mí aún me cuesta defenderme en el trail, aún así ya he conseguido clavar cada km en 6 minutos, pero correr sola me ha llevado a fijarme en cosas que seguramente metida en un grupo me habrían pasado desapercibidas.
Cuídate campeón.
Un abrazo enorme,
Enhorabuena María. Precioso día para correr en un entorno muy bonito. El trail tiene su encanto, yo ya estoy deseando hacer algo también.
ResponderEliminarEfectivamente, Gonzalo, el trail me está descubriendo que hay una forma muy diferente de correr, sin tanta presión por las marcas y más centrados en el disfrute.
EliminarAdemás las piernas se recuperan más rápido que con el asfalto, lo malo que ahora corro más kilómetros.
Deseando leer tu crónica de Barcelona.
Felicidades campeona, y encima con podio! está claro que la estrategia loba esteparia la tienes controlada, jeje! y esos tramos de arena fina que describes, qué duros son, uf! un besazo enorme y a seguir disfrutando así, está claro que el trail te está enganchando, cuál va a ser la tercera? ;-)
ResponderEliminarQuerida Celina:
EliminarEntrenar siempre en solitario tenía un sentido por lo que voy descubriendo en las últimas carreras, llevar la suficiente fuerza mental para seguir adelante sin dudar.
Me queda mucho que aprender en trail, poco a poco me va enganchando y reconozco que me encanta, ¡tenía que haberlo probado antes!
La tercera serán los 21kms de El Escorial, el 9 de mayo, creo que es dura, tendré que seguir entrenando fuerte.
Espero coincidir en alguna contigo.
Un besazo enorme y gracias por pasarte por aquí.
Grande Maria, ya te estas dando cuenta que correr fuera del asfalto es otra cosa, y que "mola". Un besazo.
ResponderEliminarSiempre hay que escuchar los buenos consejos de los amigos con experiencia como tú, Tomás. Sí que está bien correr fuera del asfalto, es un mundo muy diferente, engancha y, sin duda, es más sano.
EliminarEspero coincidir en alguna contigo.
Un beso
Enhorabuena. Me has traído al recuerdo aquella tan larga que hice, tantas horas solo..... Has sido toda una jabata, y te mereces ese tercer puesto de tu categoría....
ResponderEliminarQuerido Jesús:
EliminarSe aprende mucho compitiendo en solitario, no es lo ideal, porque se hace más duro y pesado, aunque al terminar nos damos cuenta de todo lo que hemos avanzado como corredores, salimos un poco más sabios.
Gracias por pasarte por aquí.
Un beso
Se tuvo que hacer durillo a ratos, tanto tiempo sola... Pero esa loba esteparia que llevas dentro puedes con todo jajaja
ResponderEliminarSi puedes con los maratones, cómo no vas a poder con eso...
Un abrazo, bonita crónica...
Querido Novatillo:
EliminarTe doy la razón, tras correr el maratón de Málaga, prácticamente sola durante los 42 kilómetros, noté que me había fortalecido a la fuerza, en esa carrera aprendí muchísimo, aún así, le tengo más miedo a quedarme sola en el trail, ahí no hay autobuses ni metros a mano para una emergencia, sólo campo, bosque, monte... en el que no debe ser muy agradable quedarse tirado... De todo se aprende, y yo no paro de hacerlo últimamente.
Fuerza para enfrentar tus retos.
Un abrazo enorme