¿Tú
cómo sales de casa?
Lo
poco que lo hago, a mí me ha dado por salir deprisa, andando muy
rápido, como si tuviese un crono delante o un tiempo determinado
para poder permanecer fuera. Sería más lógico caminar despacio,
saborear los pocos momentos en el exterior, respirar hondo y relajar
la mente. Muy al contrario, salgo con prisa, respiro poco, siento que
estoy haciendo algo malo e incluso me siento un poco delincuente.
Me encantaba la noche de los muertos vivientes (sé que soy una antigua), si de pronto nos convertimos en los protagonistas, ¡maldita la gracia!
Logro
alcanzar la zona más amplia, dejo atrás las callejuelas estrechas,
y lo tomo como un triunfo. En la calle no hay nadie, ¿y si ha
desaparecido la humanidad? Acelero el paso y no dejo de mirar atrás.
Pronto comienzan a aparecer zombis, frunzo el ceño y acelero el
paso. Unos con mascarilla, otros sin ellas. Me miran como si yo
también fuese una zombi, me molesta bastante, solo me devuelven el
mismo reflejo de mi rostro. Voy cambiando de acera constantemente,
cuando me dispongo a hacerlo el de enfrente piensa lo mismo y regreso
a mi sitio. Pocos son los que caminan despacio, miran hacia arriba
para disfrutar de los rayos de sol en su cara, se paran en medio
embobados con el móvil..., esos son más sospechosos, hay que
alejarse rápido. Con los contados conocidos con los que me cruzo me
salta el corazón, me alegro mucho de verlos bien, nos saludamos de
lejos, con la mano, ellos también tienen prisa, desvían su
trayectoria y me miran como si fuese una zombi, me molesta mucho más
que con los desconocidos, incluso cuando yo he pensado lo mismo de
ellos. Es mejor no salir a la calle, total, es el mes de los muertos
vivientes, y lo único que deseo es regresar a casa sin que me atrape
ninguno.
Allí
todo es seguridad, qué tranquila se ha vuelto la gente, todos en
casa y más silencio que nunca, hasta que dan las 20:00 y el cuerpo
nos pide música a todo volumen, cantar, gritar, aplaudir con rabia,
con ganas, con ilusión, por los otros, por nosotros, por tantos, por
todos, estamos vivos encerrados sí, aunque no hundidos, nos
emocionamos, amamos a distancia, esperamos, deseamos, peleamos duro
con un solo arma, quedarnos en casa, y no darle más fuerza a este
odioso virus.
María Caballero
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