Madrid,
19 de enero de 2015 – 11:00 horas
Comienza el año y con él
nuevos proyectos, retos diferentes, necesito darle un cambio a mis piernas, que
tras los tres maratones pasados, me agradecen que me haya decidido, por fin, a
probar el trail running y a dejar algunos días de entrenar en el duro asfalto.
Si no hubiese sido por los Drinkingrunners, seguramente, mi debut
no se habría producido aquí, en el Trail
del Serrucho. Sigo reconociendo que soy de secano, en el asfalto bordeo o
salto los charcos, nunca los piso, si hay barro incluso cambio mi recorrido… y
este domingo, llego a Alalpardo a correr por el barro, a luchar con los
charcos… ¡Veremos cómo terminamos la mañana!
El municipio de Valdeolmos-Alalpardo,
pertenece a la denominada zona de la Campiña, una comarca de transición entre
la sierra y la alcarria, en el noreste de la provincia de Madrid, a 35 kms. de
la capital.
Situado a 724 metros sobre
el nivel del mar limita con los
municipios de Valdetorres al norte; con Zarzuela (Ribatejada) al norte y este,
con Algete y Fuente el Saz al oeste y con Fresno del Torote y Daganzo al sur.
Al llegar al pueblo hay que
dirigirse al Pabellón Municipal cubierto, donde han habilitado un aparcamiento,
allí recogeremos el dorsal y el chip y donde volveremos tras la prueba, ya que
hay vestuarios con duchas y aquí terminaremos la mañana. En este lugar han
reservado un espacio para los Drinkingrunners, para la recogida de alimentos del
proyecto #kmsXalimentos.
Cuentan con una guardería y
un castillo hinchable para que los niños aguarden mientras los padres corren. La
organización lo tiene pensado como una prueba en familia, no solo de forma
individual.
Tras los saludos y el
reencuentro con un montón de amigos (¡increíble que aquí casi todos nos
conozcamos!), el speaker nos recuerda que es conveniente calentar, la mañana es
muy fría, y nos vamos dirigiendo a la Plaza de Toros, desde donde tomaremos la
salida.
Sólo ponen a la venta 500
dorsales, por los que hemos pagado 14€ y 1€ de cada inscripción irá destinado a
Cáritas Alalpardo.
No voy a hacer comparaciones
de mal gusto, pero aquí en la Plaza, corredores y reses esperamos con los
mismos nervios y ganas por lanzarnos a nuestra faena, la diferencia, que
nosotros no rascamos la arena con la zapatilla, bueno, y que nuestro final va a
ser mucho más gratificante y divertido.
Tras escuchar el cohete que
marca el inicio de la prueba, vamos atravesando todos la puerta, no muy amplia,
para salir a un asfalto que pronto dejaremos atrás para tomar contacto con el
terreno embarrado y arcilloso que nos acompañará a lo largo de la prueba. Un
elemento que se va pegando en las zapatillas y que irá aumentando con el
transcurrir de los kilómetros.
Decido salir tranquila, es
lo más inteligente en mi primer trail, aunque no demasiado como para quedarme
descolgada muy pronto.
El pelotón arranca a buen
ritmo, a algunos Drinkingrunners como Lolo, Rafa, Arancha, Baldo..., los pierdo
en los primeros metros. Conocidos, amigos, me van deseando suerte y pierdo su
rastro muy pronto.
Ha comenzado a nevar
ligeramente, no es muy molesto, pero esta humedad sobre el cuerpo va a aumentar
la sensación de frío.
Al dejar atrás el Km1 compruebo que sí tenemos barro, no
podía ser de otra forma.
Llegamos al Km3, las lluvias del jueves han
embarrado todo, incluso hay charcos que ocupan todo lo que podríamos llamar
carril, y hay que buscar los laterales del camino para avanzar, los corredores vamos
formando hileras a lo largo del terreno.
Saltado el río, gracias a
unas losetas bien colocadas, en el Km4
el pelotón comienza a perderse a lo lejos y vamos quedando los más lentos, o
inexpertos, en fila, muy dispersos y así continuaremos hasta completar los 23
kms de la prueba.
Muchos iremos en solitario, otros de dos en dos, siempre veo la espalda de quien llevo delante, procuro que sea así todo el recorrido.
Muchos iremos en solitario, otros de dos en dos, siempre veo la espalda de quien llevo delante, procuro que sea así todo el recorrido.
En el Km5 solo se ve al pelotón en las subidas, ahí los colores pintan la
cuesta y cuando los de detrás llegamos a ella, nuevamente el paisaje es
solitario.
Me sorprende una gran
cuesta, correr me resulta imposible, subo más rápido a grandes zancadas. Es una
buena lección para la cabeza, acostumbrada a entrenar para no andar ni medio
metro en asfalto en las medias o maratones, llego aquí y veo que la gente
comienza a caminar como lo más natural del mundo. Pasada la cuesta, corremos
nuevamente.
El perfil de la carrera
desde luego se parece mucho a un enorme serrucho, eso nos da una idea de lo que
vamos a ir encontrando, un continuo subir y bajar.
El primer avituallamiento en
el Km 6,5 demuestra lo diferente que
es correr trail respecto a una carrera de asfalto. Beber parados, charlar con las
personas de la organización y con los compañeros con los que coincidimos,
olvidarnos de que el crono sigue cruel su avance. Tras el tiempo necesario en
este punto, reanudamos la marcha.
A partir del Km7 llevo casi siempre a Javier Bernal
de cabeza de fila, a ratos se queda rezagado, vuelve a adelantar a la hilera,
descansa…, ni idea de cuántas personas pueden venir detrás de nosotros.
Los inicios en el trail, después
de llevar un tiempo corriendo, es una buena cura de humildad, volver a los
inicios, a los ritmos pausados, al temor de mirar hacia atrás y no ver a nadie más
siguiéndonos…
En el Km10 pienso que aquí es mejor continuar aunque uno tenga dudas que
regresar camino atrás, para abandonar la prueba. En asfalto se puede ver una
boca de metro y que las fuerzas se larguen diciendo: “¡aquí te quedas!”. En
medio del campo, es seguir hasta el final, que no haya otro pensamiento en
nuestra cabeza.
El segundo avituallamiento
lo encontramos en el Km 10,5, además
de líquido hay comida, veo queso, gominolas, creo que lomo… No estoy
acostumbrada a comer mientras corro, procuro no mirar mucho estas cosas y me
dedico solo a hidratarme. Cuentan con productos sin gluten.
No llevamos ni la mitad del
recorrido. A ratos nos acompaña la llovizna; otros llevamos fina nieve sobre
nosotros; el viento también sopla, normalmente cuesta arriba.
A partir del Km12 la carrera se pone realmente
interesante. En el suelo a ratos más barro, grandes charcos, piedras… saltar de
un lado a otro, procurando elegir el trozo que menos resbale; buscar los
lugares menos pisados y hundidos por los compañeros.
Aquí ¡qué complicado es buscar
las referencias!, no hay monumentos, ni nombres de calles. El paisaje alrededor
es bastante plano.
Hablamos siempre de las
subidas, pero las bajadas aquí dejan sin aliento, la que encuentro antes de llegar
al Km16, último avituallamiento, me
hace no pensar y bajar como si lo hubiese hecho siempre, para mí es un gran logro
llegar abajo y no haber caído. Ver a la gente de la organización con su mejor
cara, pese al frío que hace, su simpatía, las bromas que nos gastan, es de
admirar. Creo que en éste nos demoramos más que en los anteriores.
Coincido con Rodri Arcos, su charla hace que los kilómetros
pasen más rápidos, tanto, que casi sin darme cuenta nos ponemos en el Km19. Él conoce la prueba, me pinta lo
que queda como relativamente fácil comparado con lo que hemos dejado atrás.
Solo deseo llegar nuevamente
al asfalto, ese trecho final que me permitirá correr esos últimos metros de
forma rápida, ¡por fin!
En el Km22 me sorprende que no estoy cansada, de hecho tengo fuerzas para
ir dejando atrás a algunos corredores. Pronto llega el final, el asfalto, puedo
gritarme en mi interior ¡que lo he logrado! solo algunos metros más y por fin
se ve nuevamente la Plaza de Toros, ¡cruzo la Meta!, y puedo decir que he concluido
lo que empecé a las 11 de la mañana.
Nos aguarda una porción de pizza
caliente, agua, cerveza o refresco, a gusto de cada uno, toca recoger la bolsa
del corredor.
Y volvemos a reencontrarnos con los compañeros.
A continuación volvemos
nuevamente al Pabellón Municipal, a los vestuarios, para descubrir nuevamente
que, tras la entrega de premios a los ganadores y del cheque de 500€ a Cáritas
Alalpardo, y los kilos de comida (alrededor de 300) al Banco de Alimentos, nos ofrecen un tentempié de bebidas, queso, lomo…, mientras terminan
la paella con la que pondremos fin a este III
Trail del Serrucho, comiéndonos este arroz entre risas con los compañeros,
y endulzando nuestras victorias con una porción de roscón.
El frío de la mañana, el
barro pegajoso, la dureza del terreno, todo se olvida con el buen trato que la
organización ofrece a los corredores.
Éste ha sido mi primer trail, pronto llegará el segundo, ya ando buscando un nuevo lugar donde volver a mancharme de barro.
Éste ha sido mi primer trail, pronto llegará el segundo, ya ando buscando un nuevo lugar donde volver a mancharme de barro.
Saludos, abrazos, besos,
María
Caballero
@MCG66Madrid
Muy bien Maria, cambiando de registro para no encasillar a la musculatura.
ResponderEliminarEn mi caso no soy tan atrevido, soy asfaltero convencido, pero procuro darle pimienta a algunos entrenos buscando algún barrizal salvable.
Un beso.
Lo comentaba en otro blog de uno de vuestros compis de los Drinkings, ponéis los dientes largos con estas crónicas, tantas que dan ganas de pillar la agenda y ya hacer cábalas para ver si la próxima.
ResponderEliminarSalud, María.
Me alegro mucho que lo disfrutases de esa forma, pero ten cuidado que el trail engancha. Un beso.
ResponderEliminarGenial Maria el año que viene tengo q probarlo...
ResponderEliminarSe nota que te ha gustado y lo has disfrutado, preciosas fotos! así que a partir de ahora espero verte también en la montaña, te queda bien el barrete, jeje. Un besazo y felicidades!
ResponderEliminarMaría.... ¿Cómo puedes correr con tanta ropa? jajaja, me estabas dando un calor (yo soy de los de mallas pirata en invierno y pantalón corto en verano jajaja)
ResponderEliminarTodo lo que he leído por ahí del Serrucho es bueno, veo que supiste elegir el día del debut en una carrera bien organizada, eso sí, hace falta ser una valiente para debutar en una carrera tan larga.
Bonita crónica, veo que has disfrutado y eso es lo más importante
Felicidades por tu primer trail. Seguro que vendrán muchos más
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