Madrid,
24 de septiembre de 2016 – 9:00 horas
Por fin he podido asistir a
esta carrera, de la que todo el mundo habla muy bien, llevo tres años
deseándolo y siempre coincidía con alguna otra. Organizada por la Fundación
Española del Corazón, pretende concienciar de la importancia de cuidar nuestro
corazón y del peligro de la vida sedentaria.
El precio de la carrera de
10kms es de 8€, de la marcha popular de 4 y de la carrera infantil de 2.
Ambas fotos, bolsa del corredor |
La salida y meta están
situadas en la explanada del Puente del Rey, en Madrid Río. La zona está llena
de stands de varias marcas, más los baños y el ropero, que pese a la larga cola
a las ocho, funciona muy bien y rápido, porque cuentan con pulseras de papel, ya
numeradas, que nos colocan en la muñeca y en la mochila.
En cuanto Pedro y yo dejamos
nuestras cosas y nos colgamos el dorsal, cada uno decide cómo ocupar la media
hora que resta hasta el inicio. Él, como es recomendable, se dedica a calentar.
En cambio yo, trato de hacer fotos a todo lo que puedo y también de hacérmelas
con toda la gente que conozco.
Hay carteles colgados con
los tiempos para situarnos, pese a ello, prácticamente toda la zona delantera
está vacía. Muchos corredores se sitúan del cartel de los 50 minutos hacia
atrás. Nosotros decidimos colocarnos delante y, para nuestra sorpresa, cuando
el speaker indica que avancemos un poco hacia el arco y nos juntemos más para
el pistoletazo, descubrimos que somos la cuarta fila. Desde luego vamos a salir
cómodamente y al ritmo que deseemos o podamos.
Olvido que tú en esta distancia necesitas concentración y silencio y no paro de hablar y de dar la lata |
Desde el inicio, noto que no
es el día, me encuentro con las piernas pesadas. Pedro sale muy rápido, al contrario
de como suelo hacerlo yo, a ritmo más bajo los dos primeros kilómetros hasta
que me entra la marcha en el cuerpo. En estos momentos vivimos en mundos
paralelos en cuanto a deporte se refiere, él entrena para mejorar su velocidad,
y a mí el plan para Donosti ya comienza a volverme más lenta.
El tramo del Paseo del
Embarcadero es sencillo, aunque en seguida llega la subida por el Paseo Azul
hasta completar el Km1. Y seguiremos
en ascenso, también en el Km2 por el
Camino del Príncipe. Nuestra estrategia de dejar que Pedro marque el ritmo para
no sentirse forzado, se está transformando en que me está tocando a mí ir
forzada. Estos dos kilómetros a tope no me están sentando nada bien. Trato de
no pensar en ello y prosigo.
En el Km 3, por el Camino del Robledal, me tienta colocarme junto a
Pedro, igual a su lado logro controlar mejor el ritmo, aunque pronto desecho la
idea, sé que si nota que no voy cómoda le perjudicaré. Le veo fuerte y que
aguanta bien y constante. Sobre el Km4,
en un carril de doble sentido, por el que ascendiendo nosotros, vemos volver a
la cabeza de la carrera, aguardo hasta llegar al giro, donde confluiremos, y
justo cuando Pedro mira para asegurarse de que voy detrás, le grito que haga su
carrera, que no me veo para seguirle. En ese instante me parece percibir que se
libera y corre aún más rápido.
Avanzamos sin animación,
salvo algún caminante que detiene su marcha y aplaude un poco, o los pocos
ciclistas a los que les ha sorprendido la carrera y les paran los voluntarios.
Tras el Km5 y el avituallamiento, noto que las ganas reaparecen. A partir del Km6, en el Paseo de la Venta, me
encuentro finalmente. Las piernas responden, el ritmo no me agobia y puedo ir
mejorando la velocidad poco a poco. No pierdo la espalda morada de mi chico en
ningún momento, le veo correr con confianza. Vamos acortando distancia entre
nosotros. Para mí este recorrido es tan conocido que lo hago sin pensar en nada
más. A partir del Km7 en la Ronda
del Lago, igual adelanto corredores, que me sobrepasan a mí. En el Km8 unos chicos preguntan a gritos si
sabemos cuántos quedan aún. Sigo mejorando la velocidad, prácticamente para mí
la carrera ha comenzado justo en la mitad. Ahora que me siento cómoda y por fin
disfruto queda poco.
Desde el Km 9 al 10 se puede decir que es un largo sprint, quienes tenemos fuerzas
nos lanzamos a hacer el mejor kilómetro de la carrera. Por el Km9,5, cuando parece que vamos directos
a Madrid Río, nos encontramos con una cuesta que nos lleva en un giro estrecho,
para acceder a la zona a través de la tapia de la Casa de Campo. Justo al dejar
atrás la tapia, no se ve todavía el arco, que se presiente cerca desde hace
rato, por la clara voz del speaker, y otro nuevo giro nos lo muestra casi al
lado. Con tanto recodo no he logrado ver cruzar la meta a Pedro, me lanzo a un
alegre final ahora que sí me sobran las ganas de correr. Prácticamente entramos
uno detrás del otro. Nada más pisar la meta, le veo esperándome y nos
abrazamos. Nuestra idea de entrar juntos de la mano, esta vez no ha sido
posible. No me importa en absoluto, al contrario, me alegro de que haya podido
comprobar su forma y hasta dónde puede llegar en estos momentos, en menos de quince días ha mejorado dos minutos en 10kms. En su cara, en
su forma de correr y en cómo vive las carreras, recuerdo otros tiempos, otros nervios,
y le agradezco la ilusión que me contagia.
Os recomiendo esta carrera a
los que aún no la hayáis corrido nunca. Comparada con muchas es barata, está
muy bien organizada, el trato que recibimos es genial, y las marcas son
generosas al finalizar, además de los obsequios que nos llevamos, pudimos tomar
queso, fruta, zumo…
Saludos, abrazos, besos,
María Caballero
@MCG66Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario