El Maratón de Madrid, 28 de abril de 2013
Apuntes antes del Maratón
Decidimos correr Mapoma este año
un grupo que pensábamos compartir entrenamientos, sufrimiento, esfuerzo,
dolores y la gratificación de atravesar la Meta, no juntos, pero sí todos.
Por el camino se quedó Raimundo
Zárate, el 13 de abril una caída tonta le fractura el brazo y tiene que renunciar a su sueño sólo por el momento.
Justo el sábado 27 de abril, mi
hermano Miguel me confirma que no va a correr. No se encuentra bien y el
cansancio acumulado por exceso de trabajo no le va a permitir terminar.
Ya sólo quedamos, Alberto y yo.
Tendremos que repetir el proyecto otro año, porque estos cuatro, por mi dura
cabeza, que cruzamos una meta todos el mismo día.
Me despierto sobresaltada, creo
haber escuchado en sueños el despertador, no sé hace cuánto. Lo miro, las
4. Me levanto al baño, principalmente
para beber agua. De nuevo a la cama, me es
imposible volver a dormirme,
vueltas, pensamientos de todo tipo. A las
5
de la madrugada me está doliendo hasta la cabeza, decido que mejor levantada,
al menos voy haciendo algo.
Lo primero mirar el dorsal, es un
ritual, una tontería que me tranquiliza. Después abrir la ventana y respirar el
aire de la mañana, intuir la temperatura unas horas después.
Voy preparando el desayuno. En
esto no soy ningún ejemplo. En todas las carreras es igual, en ésta un poco más
abundante. Yogur natural, mucho pan con paté y café con leche. Lo dejo y me
ducho, si me lo tomo ahora a las 7
tendré que comer otra vez.
Comienzo a vestirme. La parte
superior la tengo clara. En la Media de Madrid pasé mucho calor, hoy camiseta
de manga corta y la de tirantes de Mapoma. La duda desde hace una hora es la
malla. Preparada la corta, no lo veo. Hace mucho frío. Posibles calambres, las
rodillas resentidas. Agarro la de invierno y que sea lo que tenga que ser.
Abundante vaselina en los pies. Creo que me paso un poco pero una vez fuera de
casa nunca me quito las zapatillas, tiene que ir todo perfecto. Esto se debe a que
un chico en una carrera comenzó a gritar ¿dónde está mi zapatilla? algo desesperado.
Mientras se cambiaba algún corredor le daría una patada y estaba a varios
metros. A mí eso no me va a pasar.
Compruebo por tercera o cuarta
vez que llevo todo en la bolsa y por supuesto vuelvo a mirar que el dorsal va
conmigo. Fuera.
Punto de encuentro a las 8 delante del Ayuntamiento para las fotos de familia. Con las Gacelas de Madrid, los Drinkingrunners y demás runnerstuiteros.
Aparece Shinichi Sasaki. Besos, nos deseamos suerte, foto y al momento ha
desaparecido, llevando en su cámara a todo el mundo.
Abrazo enorme con Javier, Espíritu, González. Un veterano
que también está como un flan. El maratón nos pone a todos igual.
Por fin conozco a Alberto de Málaga. Charlamos un rato,
comentamos estrategias y ya con la carrera en la cabeza ni caigo en hacernos
una foto juntos. Lo siento compañero. Gracias a que Shin está en todo…
La cola para dejar la bolsa en el
ropero, ¡increíble! Más de 20 minutos. No estoy nerviosa porque la organización
me ha concedido un dorsal bajo, y tengo cajón de salida seguro, el segundo. Nos
han considerado mucho a las mujeres, asegurándonos una salida tranquila y en
las mejores posiciones.
Antes de ir a la feria del
corredor me torturaba pensar que pudiese salir muy detrás, quedarme descolgada,
que todo el mundo avanzase muy rápido y verme forzada de ritmo o quedarme
aislada con lo que eso supone.
La cola para el baño otra tortura.
Cerca de 20 minutos. Me queda poco tiempo para calentar.
Al entrar en el cajón me indican
que me dirija al primero que está bastante vacío. Un punto de angustia, a este
paso salgo con los profesionales y me muero del miedo.
Me da tiempo a relajar, seguir
calentando, conectar pulsómetro. Estoy
más que preparada.
Las 9 y pistoletazo de salida. Hay bastante gente delante porque
salimos muy despacio.
Los primeros 5 kilómetros transcurren fáciles subiendo hasta Plaza de Castilla,
tengo un ritmo establecido y ninguna intención de moverlo. El único punto es
que voy a correr al contrario de lo que es “lo normal” despacio cuesta abajo y
tratando de recuperar ritmo cuesta arriba. En las últimas tiradas ultralargas
el gemelo izquierdo se tensó bajando las cuestas y hoy eso no va a pasar.
Hasta pasar por los 10kms, Príncipe de Vergara, no miro el
tiempo. Una hora clavada. Dentro de lo previsto.
La gente me adelanta, ya hay
quien tiene problemas y comienza a caminar… No pienso en nada. Sólo en mí, y
trato de que el entorno no me influya. El reuma de la rodilla izquierda me da
los buenos días, la temperatura tan baja me está empezando a afectar. Es algo
que conozco y no me altera. Sé que cuando esté bien caliente dejará de
molestar.
Saliendo de Fuencarral se divisa
la Gran Vía que es una maravilla, increíble correr aquí. Hay un montón de gente
animando. Busco a Rai pero es
imposible encontrarlo. Un corredor se queda al lado y me mira. Descubro a José Luis,
Johnny en tuitter. Vamos charlando,
comentando nuestro estado y enfilamos Preciados. Llegar a Sol es el primer
subidón de la mañana, parece mentira llevar ya 18kms., la gente es un clamor, música a tope, esa zona pone la piel
de gallina en todas las carreras, hoy más porque la gente sabe el esfuerzo que
vamos a hacer y se vuelca. En Ferraz, aparecen los
Robertos, Capilla y Lanzas.
Van a conseguir una buena marca, fuertes. No dejan de darme consejos, ánimos y
aseguran que paso la meta.
Antes de llegar a Casa de Campo
aparecen Román y Gonzalo, gacelas de Madrid, saludos,
preguntan cómo voy y siguen camino. Pierdo a Johnny.
Nada más entrar en Casa de Campo
no me la juego y por si acaso pido ayuda a los chicos de Madridpatina, chupe de réflex en la rodilla y a seguir camino.
Por
primera vez tomo la mitad de un gel, hasta ese momento no creía necesitarlo y
sólo llevo agua dentro. A partir de ese punto alterno, un avituallamiento agua,
el siguiente Powerade azul.
La Casa de Campo no me parece tan
terrible, la afronto bien, voy fuerte y debe ser que entreno en lugares más
vacíos que éste y como siempre voy sola no veo lo horroroso que me comentaban
los compañeros. También me ayuda haber realizado este recorrido con algunas de
las Gacelas unas semanas antes. Saber lo que hay delante ayuda a dar seguridad.
Viene el segundo subidón de la
mañana. A lo lejos veo a Elena Sanz,
con su marido y el peque. Me grita, tira fotos y me lanza una frase que agarro
y voy repitiendo unos kilómetros: aguanta, ahora ya tienes que aguantar… Esto
es ya el km. 28. Aquí las fotos de Elena.
Rodeamos el lago y primeras
vistas no deseadas:
compañeros sentados
en el suelo muertos de dolor, gente cojeando… hoy no soy humana, no me afecta.
Parece que estoy tras la tele y no participo, sólo observo y corro y no pienso.
Enfilando la salida de Casa de Campo, de nuevo Elena, me grita algo y no
consigo entenderlo, sólo sé que me ayuda que esté ahí.
Como el viento, Alberto Barrantes en el km.30, va genial, lanzado, sé que es su
carrera eso se nota. Reduce ritmo, me da ánimos, me dice: vas a terminar y
cabeza… cabeza… lo repite varias veces. Le miro y corre increíble, en breve le
pierdo y me deja una alegría dentro que no puedo explicar.
Antes de afrontar el plato fuerte
del día, nueva dosis de réflex, a la rodilla le ha sentado genial y la quiero
tener contenta. Un poco antes del Madrid Arena gritos, palmas y aparece Loli Cobos comienza a correr a mi lado,
¡esta mujer es única! y me dice vas genial, te veo a tope y detrás queda Lolo que me hace gesto de adelante y
sonríe. En esta zona la gente no para de aplaudir. Es brutal el apoyo que
recibo como mujer corriendo el maratón. No hay persona que no tenga una frase,
un gesto. Somos pocas y nos reconocen el esfuerzo, el que estemos hoy aquí. El
grito femenino de esas #mujeresquecorren se repite a menudo por todo el
recorrido, no sé si casualidad o conocimiento de este movimiento.
Vamos por Ermita del Santo, ahora
comienza lo duro, subidas y más subidas con todo el esfuerzo que llevamos
detrás, con el cansancio ya presente encarando lo más difícil. Agarro lo que
queda del gel y me doy instrucciones.
Por el Paseo de las Acacias,
varias señoras me emocionan. Una a voces: eres muy grande mira todos los tíos
que llevas detrás y todo corriendo a mi lado. Metros después, otra qué alegría
ver que las mujeres podemos con todo lo que queremos y levantaba el brazo en
señal de ¡bien! Lástima no poder grabarlo todo.
Este tramo es duro porque los
compañeros que van fuertes comienzan a pasarme. Yo no soy velocista y si
intento forzar puede que tenga que pagarlo al final. Es un tramo duro, la
cabeza debe permanecer firme y poner el
límite: tu ritmo es éste, ahí.
Aparece Pablo Carmenado y adiós.
Después Mario Silva. Al rato Javier Pintos.
En lo que coinciden todos es en esa bajada de ritmo para preguntar si
tengo problemas, si necesito apoyo. En este maratón corro sola, creo que es lo
adecuado. Ir con otro ritmo, con el de la persona que pudiese llevar al lado me
haría forzar, no aguantar hasta el final. Ahora comprendo que ha sido lo
correcto.
En la calle Segovia un sevillano
al que le hice una foto en Expodepor me reconoce y relaja para preguntar si
quiero ayuda, ve que voy bien y sigue. Es impagable lo arropada y el apoyo que
he tenido de todos estos maratonianos, saber que están ahí me hace tener
seguridad.
A esta altura sólo deseo ver el
Reina Sofía y mi querida estación de Atocha. Nunca me he alegrado tanto de
verla, me parece más bonita que nunca. Y como una broma pesada noto que no
puedo más.
Golpe en el km39. No es el muro, señores, ni de lejos. Las piernas aguantan,
la cabeza va como un general pero el hambre me mata. Sabía que podía llegar. Si
en los 10kms me golpea, aquí era casi seguro.
Más gente comienza a comentar lo
mismo. En el bolsillo llevo pasas y orejones para una emergencia. Y ninguna
mejor que ésta. Ya no creo que me afecte mucho al estómago. Toca comer. Como y
pienso no me puedo desmayar aquí, en Alfonso XII está Rai, viene a darme el
último empujón y vaya susto se llevaría. No puede ser. Me recupero y creo que
demasiado. Veo a distancia a Rai y a
Belén, les digo hola con los brazos
y me hace unas fotos en las que salgo como si estuviese de paseo. Esta subida es
matadora, las piernas tienen que trabajar duro. Aquí voy ya muy contenta. No he
dejado de correr ni un metro y sé que termino.
Distraída, un megáfono me vuelve
a la tierra, Almudena Casas grita mi
nombre, campeona, eres única y no recuerdo cuántas cosas más. A su lado Ana Merino me agarra la mano y me
emociona al decirme que bien vas…
Y pensando entro en el Retiro.
Creía que ya no tenía fuerzas pero corro como nunca, mucho más rápido que en
las carreras cortas. Hay gente gritando mi nombre pero no sé muy bien quienes
son todos ellos, sólo los más cercanos porque reconozco las voces.
Y cruzo la META y no lloro. Ni una lágrima. No es falta de emoción. Estoy
vacía, ya no me queda nada, el cansancio llega de golpe, aunque la alegría todavía me da para abrazar a Pablo Carmenado,
Oscar, Javier Álamo y Pintos, Mario Silva, mi buen Alberto Barrantes que casi
me hace llorar del abrazo que me dio y Shin, que llega, beso, felicitación,
foto y desaparece ¡corriendo aún!
Está claro que cada uno vive las
cosas de forma muy diferente. Los
keniatas ganan el maratón y entran en meta con cara de funeral. Yo sobrepaso lo
programado y hago 4 horas 15 minutos y cruzo la línea feliz como me dijo todo
el mundo después, que se me veía en la cara, me faltó la pandereta y cantar el “we
are the champions”.
Hasta muy pronto porque sigo
corriendo.
María Caballero
@MCG66Madrid
Gracias a mi familia, por
aguantar mis neuras, los nervios, por los cambios de menú y el acomodarlos a
mis entrenamientos.
Gracias a todos los compañeros
que me han dado la vida en este maratón con su cariño, apoyo, compañía y
fuerzas para completar los 42,125.
Gracias a los amigos que a pie de
calle me disteis la energía y el empuje con vuestras voces.
Gracias a todos los tuiteros,
principalmente a mis chicas, por sus mensajes que no son ninguna tontería, dan
una fuerza increíble.
Gracias a Jesús Reolid, por sus
consejos, la información impagable que me ha proporcionado y por creer en mí
incluso sin haberme visto nunca correr. Mi incondicional apoyo.