La
frase más escuchada desde el 2 de mayo, “ahora le ha dado a todo
el mundo por correr”, en menos de dos meses la hemos cambiado por
la de “ahora ya estamos corriendo los de siempre”, y es que tras
el confinamiento, los primeros días en los que se podía hacer
deporte, parecía como si estuviesen grabando una película, de esas
de muchos extras, y hubiesen colocado a cientos de corredores en las
calles, con la absoluta frustración de los que ya lo éramos antes
de la pandemia, que vimos cómo el espacio que nos permitían se
limitaba bastante, si queríamos hacer deporte y guardar la oportuna
distancia de seguridad. También ha ayudado a la reducción selectiva
el calor, que no es buen aliado para el running, y más aún si se es
principiante.
Quejarnos,
ni servía para nada ni resultaba oportuno, cualquiera tiene derecho
a comenzar a correr en el momento que lo desee, hacerlo con cabeza y
sentido común es lo aconsejable. No son tan diferentes la mayoría
de los novatos de ahora de nosotros, los de otros tiempos,
seguramente muchos comenzásemos también con más fallos que
aciertos, la gran diferencia es que cuando nos decidimos alguno de
nosotros casi ni se notaba, éramos uno..., dos nuevos... en una
amplia zona y horario.
Lo que conviene tener claro, es que ser corredor tiene sus reglas, nadie nos las entrega el primer día que nos calzamos unas zapatillas, ni las vamos a encontrar colgadas por los árboles del parque, respeto hacia los demás, no molestar, no dañar el medio ambiente, y no creernos dueños de nada, ni superiores a otros aunque salgan a hacer sus kilómetros con chándal o zapatillas de paseo. Y esas reglas parecen no acompañarnos a todos, mientras muchos corredores de antes, nos hemos marginado a arcenes y carreteras poco transitadas, por no molestar, por no incomodar al resto de personas por correr sin mascarilla, otros, de ahora, y también de antes claro, se creen con todo el derecho a pasar casi rozando y a ir adelantando bien pegados a los que caminan por las aceras... Para mí los que son para quitarles el carnet y todos los puntos, son ese reducto que va escupiendo por todas partes. También los que se empeñan en competir con quienes se cruzan, o avistan, y se van acercando molestamente con la clara intención de pasar cerquísima y colocarse justo delante para comprobar si les adelantan o logran ir en avanzadilla del otro corredor un buen rato. Además de ser un peligro, son muy tontos. Las intenciones ya se les intuyen desde lejos. En contraposición, admiro a quienes corren con mascarilla por el parque con un calor sofocante mientras aún da el sol por parte de su recorrido, y más incluso a quienes lo hacen con ella puesta por calles solitarias de noche.
Lo que conviene tener claro, es que ser corredor tiene sus reglas, nadie nos las entrega el primer día que nos calzamos unas zapatillas, ni las vamos a encontrar colgadas por los árboles del parque, respeto hacia los demás, no molestar, no dañar el medio ambiente, y no creernos dueños de nada, ni superiores a otros aunque salgan a hacer sus kilómetros con chándal o zapatillas de paseo. Y esas reglas parecen no acompañarnos a todos, mientras muchos corredores de antes, nos hemos marginado a arcenes y carreteras poco transitadas, por no molestar, por no incomodar al resto de personas por correr sin mascarilla, otros, de ahora, y también de antes claro, se creen con todo el derecho a pasar casi rozando y a ir adelantando bien pegados a los que caminan por las aceras... Para mí los que son para quitarles el carnet y todos los puntos, son ese reducto que va escupiendo por todas partes. También los que se empeñan en competir con quienes se cruzan, o avistan, y se van acercando molestamente con la clara intención de pasar cerquísima y colocarse justo delante para comprobar si les adelantan o logran ir en avanzadilla del otro corredor un buen rato. Además de ser un peligro, son muy tontos. Las intenciones ya se les intuyen desde lejos. En contraposición, admiro a quienes corren con mascarilla por el parque con un calor sofocante mientras aún da el sol por parte de su recorrido, y más incluso a quienes lo hacen con ella puesta por calles solitarias de noche.
En
estos momentos andamos mezclados los unos con los otros, y saber si
los corredores de antes seguimos todos en activo, en estos momentos,
es complicado, sin carreras, van disminuyendo las publicaciones en
redes y probablemente también lo hace nuestro interés por mirarlas.
Me gusta pensar que todos a los que os conozco continuaréis ahí,
hasta que reaparezcan las competiciones, tal y como eran hasta marzo
de este año, o mejoradas, o podamos montar esas quedadas solidarias,
divertidas y que unían tanto. No se trata tanto de ser corredor
viejo o pertenecer a la hornada del Covid-19, se trata más bien de
comprender qué es este deporte, lo que nos ofrece y el vacío y el
ansia por recuperarlo que nos entra cuando lo perdemos. Mirar a un
corredor, solitario, avanzando, escuchar sus pisadas, y seguirle con
la mirada hasta que desaparece de nuestra vista, comprendiendo todo,
sin saber nada en absoluto de esa persona, pero sabes que os une
algo, y un cosquilleo interno te alegra de que haya más locos como
tú por ahí.
Mi
mundo ya pegó un gran vuelco dos veces, por edad y por comodidad,
principalmente, pensé que se quedaría tal y como lo conocía
durante muchos... muchos años, en todo caso, con leves variaciones y
ha tenido que llegar un virus para que mirando atrás, no sepa si
deseo recuperar todo lo que tenía antes de él. Hay cosas que
directamente las he dejado volar, otras las tengo tan sueltas que me
da igual si se queden atrás, porque no voy a volver a recogerlas, y
están las que añoro, en las que no pienso demasiado porque me
atrapa la tristeza, y aún así, sé que no puedo luchar por traerlas
hasta mí. Ahora hago menos kilómetros pero entreno más días a la
semana. Del postureo casi diario y las largas publicaciones paso a la
clandestinidad, a correr sin llamar la atención, a ser poco visible,
a recorrer feliz zonas poco bonitas, a no tener prisa por recuperar
las mías de antes, a darme cuenta de que tanto no querer tener
ataduras vivimos prisioneros de unas redes que llevan más caudal de
mentira que de verdad, en las que si no estás a diario haciendo
equilibrios sobre peldaños inestables ves cómo se te mueve la
escalera con el riesgo de caer y perder todo el tiempo que invertiste
en hacer que tu perfil subiera. Me sigue asombrando la gente
preocupada por publicar lo que fuese durante el confinamiento, lo
mismo daba un entrenamiento en el salón, que el primer pan casero..
Hay etapas en las que lo que corresponde es analizar, valorar y
priorizar lo que conservamos o perdemos.
Se
impone un gran cambio, ha llegado pese a que no nos guste, al no
saber cómo afrontarlo, nos hemos quedado en el mismo lugar en el que
estábamos y nos rallamos repitiendo que queremos recuperar todo lo
anterior de nuestras vidas, tratando de seguir haciendo lo de todos
los días.
Ahora
veremos cuántos somos corredores de los de siempre, cuando haya que
salir a las calles con frío o con calor, y no sea para contar a
todas horas que es porque preparamos nuestra carrera del año.
Correr
es una droga, pero inflar el ego también lo es, ahora sí que va a
caer el número de corredores al no haber carreras populares, si no
se va a poder publicar para ganar los likes, si no habrá aplausos
por una buena carrera, y no se será protagonista por un día
¿merecerá igualmente esforzarnos tanto?
Yo
me he quitado de una adicción, he colocado mi ego a germinar, y
resulta que tengo más tiempo para disfrutar cuando corro de verdad,
para mí, sin que nadie más lo sepa, está genial dejar de pensar en
lo que les gusta a los demás y sacar más lo que nos gusta a cada
uno, que por supuesto, no tiene que coincidir con la mayoría, y si a
muchos os dio por comenzar a correr porque escuchasteis que correr es
lo más, que correr te cambia la vida, que no se puede vivir sin
correr... como a ti no te enganche..., créeme, tienes bastante
difícil permanecer en el tiempo y no serás nunca un corredor de los
de siempre, porque este deporte tan pronto te tiene feliz en la cima
de tu mejor forma, como te arrastra sin miramiento por la frustración
de los días malos o las lesiones.
María Caballero
@MCG66Madrid
@mariacaballerogarcia