miércoles, 21 de enero de 2015

Mi primer contacto con el barro, en el III Trail del Serrucho




Madrid, 19 de enero de 2015 – 11:00 horas

Comienza el año y con él nuevos proyectos, retos diferentes, necesito darle un cambio a mis piernas, que tras los tres maratones pasados, me agradecen que me haya decidido, por fin, a probar el trail running y a dejar algunos días de entrenar en el duro asfalto.

Si no hubiese sido por los Drinkingrunners, seguramente, mi debut no se habría producido aquí, en el Trail del Serrucho. Sigo reconociendo que soy de secano, en el asfalto bordeo o salto los charcos, nunca los piso, si hay barro incluso cambio mi recorrido… y este domingo, llego a Alalpardo a correr por el barro, a luchar con los charcos… ¡Veremos cómo terminamos la mañana!


El municipio de Valdeolmos-Alalpardo, pertenece a la denominada zona de la Campiña, una comarca de transición entre la sierra y la alcarria, en el noreste de la provincia de Madrid, a 35 kms. de la capital.

Situado a 724 metros sobre el nivel del mar  limita con los municipios de Valdetorres al norte; con Zarzuela (Ribatejada) al norte y este, con Algete y Fuente el Saz al oeste y con Fresno del Torote y Daganzo al sur.






Al llegar al pueblo hay que dirigirse al Pabellón Municipal cubierto, donde han habilitado un aparcamiento, allí recogeremos el dorsal y el chip y donde volveremos tras la prueba, ya que hay vestuarios con duchas y aquí terminaremos la mañana. En este lugar han reservado un espacio para los Drinkingrunners, para la recogida de alimentos del proyecto #kmsXalimentos.



Cuentan con una guardería y un castillo hinchable para que los niños aguarden mientras los padres corren. La organización lo tiene pensado como una prueba en familia, no solo de forma individual.


Tras los saludos y el reencuentro con un montón de amigos (¡increíble que aquí casi todos nos conozcamos!), el speaker nos recuerda que es conveniente calentar, la mañana es muy fría, y nos vamos dirigiendo a la Plaza de Toros, desde donde tomaremos la salida.






Sólo ponen a la venta 500 dorsales, por los que hemos pagado 14€ y 1€ de cada inscripción irá destinado a Cáritas Alalpardo.

No voy a hacer comparaciones de mal gusto, pero aquí en la Plaza, corredores y reses esperamos con los mismos nervios y ganas por lanzarnos a nuestra faena, la diferencia, que nosotros no rascamos la arena con la zapatilla, bueno, y que nuestro final va a ser mucho más gratificante y divertido.



Tras escuchar el cohete que marca el inicio de la prueba, vamos atravesando todos la puerta, no muy amplia, para salir a un asfalto que pronto dejaremos atrás para tomar contacto con el terreno embarrado y arcilloso que nos acompañará a lo largo de la prueba. Un elemento que se va pegando en las zapatillas y que irá aumentando con el transcurrir de los kilómetros.


Decido salir tranquila, es lo más inteligente en mi primer trail, aunque no demasiado como para quedarme descolgada muy pronto.

El pelotón arranca a buen ritmo, a algunos Drinkingrunners como Lolo, Rafa, Arancha, Baldo..., los pierdo en los primeros metros. Conocidos, amigos, me van deseando suerte y pierdo su rastro muy pronto.

Ha comenzado a nevar ligeramente, no es muy molesto, pero esta humedad sobre el cuerpo va a aumentar la sensación de frío.

Al dejar atrás el Km1 compruebo que sí tenemos barro, no podía ser de otra forma.

Llegamos al Km3, las lluvias del jueves han embarrado todo, incluso hay charcos que ocupan todo lo que podríamos llamar carril, y hay que buscar los laterales del camino para avanzar, los corredores vamos formando hileras a lo largo del terreno.

Saltado el río, gracias a unas losetas bien colocadas, en el Km4 el pelotón comienza a perderse a lo lejos y vamos quedando los más lentos, o inexpertos, en fila, muy dispersos y así continuaremos hasta completar los 23 kms de la prueba. 



Muchos iremos en solitario, otros de dos en dos, siempre veo la espalda de quien llevo delante,  procuro que sea así todo el recorrido.


En el Km5 solo se ve al pelotón en las subidas, ahí los colores pintan la cuesta y cuando los de detrás llegamos a ella, nuevamente el paisaje es solitario.

Me sorprende una gran cuesta, correr me resulta imposible, subo más rápido a grandes zancadas. Es una buena lección para la cabeza, acostumbrada a entrenar para no andar ni medio metro en asfalto en las medias o maratones, llego aquí y veo que la gente comienza a caminar como lo más natural del mundo. Pasada la cuesta, corremos nuevamente.

El perfil de la carrera desde luego se parece mucho a un enorme serrucho, eso nos da una idea de lo que vamos a ir encontrando, un continuo subir y bajar.


El primer avituallamiento en el Km 6,5 demuestra lo diferente que es correr trail respecto a una carrera de asfalto. Beber parados, charlar con las personas de la organización y con los compañeros con los que coincidimos, olvidarnos de que el crono sigue cruel su avance. Tras el tiempo necesario en este punto, reanudamos la marcha.

A partir del Km7 llevo casi siempre a Javier Bernal de cabeza de fila, a ratos se queda rezagado, vuelve a adelantar a la hilera, descansa…, ni idea de cuántas personas pueden venir detrás de nosotros.

Los inicios en el trail, después de llevar un tiempo corriendo, es una buena cura de humildad, volver a los inicios, a los ritmos pausados, al temor de mirar hacia atrás y no ver a nadie más siguiéndonos…

En el Km10 pienso que aquí es mejor continuar aunque uno tenga dudas que regresar camino atrás, para abandonar la prueba. En asfalto se puede ver una boca de metro y que las fuerzas se larguen diciendo: “¡aquí te quedas!”. En medio del campo, es seguir hasta el final, que no haya otro pensamiento en nuestra cabeza.

El segundo avituallamiento lo encontramos en el Km 10,5, además de líquido hay comida, veo queso, gominolas, creo que lomo… No estoy acostumbrada a comer mientras corro, procuro no mirar mucho estas cosas y me dedico solo a hidratarme. Cuentan con productos sin gluten.

No llevamos ni la mitad del recorrido. A ratos nos acompaña la llovizna; otros llevamos fina nieve sobre nosotros; el viento también sopla, normalmente cuesta arriba.

Miedo a resbalar.



A partir del Km12 la carrera se pone realmente interesante. En el suelo a ratos más barro, grandes charcos, piedras… saltar de un lado a otro, procurando elegir el trozo que menos resbale; buscar los lugares menos pisados y hundidos por los compañeros.

Aquí ¡qué complicado es buscar las referencias!, no hay monumentos, ni nombres de calles. El paisaje alrededor es bastante plano.



Hablamos siempre de las subidas, pero las bajadas aquí dejan sin aliento, la que encuentro antes de llegar al Km16, último avituallamiento, me hace no pensar y bajar como si lo hubiese hecho siempre, para mí es un gran logro llegar abajo y no haber caído. Ver a la gente de la organización con su mejor cara, pese al frío que hace, su simpatía, las bromas que nos gastan, es de admirar. Creo que en éste nos demoramos más que en los anteriores.

Coincido con Rodri Arcos, su charla hace que los kilómetros pasen más rápidos, tanto, que casi sin darme cuenta nos ponemos en el Km19. Él conoce la prueba, me pinta lo que queda como relativamente fácil comparado con lo que hemos dejado atrás.


Solo deseo llegar nuevamente al asfalto, ese trecho final que me permitirá correr esos últimos metros de forma rápida, ¡por fin!

En el Km22 me sorprende que no estoy cansada, de hecho tengo fuerzas para ir dejando atrás a algunos corredores. Pronto llega el final, el asfalto, puedo gritarme en mi interior ¡que lo he logrado! solo algunos metros más y por fin se ve nuevamente la Plaza de Toros, ¡cruzo la Meta!, y puedo decir que he concluido lo que empecé a las 11 de la mañana.



Nos aguarda una porción de pizza caliente, agua, cerveza o refresco, a gusto de cada uno, toca recoger la bolsa del corredor.


Y volvemos a reencontrarnos con los compañeros.




A continuación volvemos nuevamente al Pabellón Municipal, a los vestuarios, para descubrir nuevamente que, tras la entrega de premios a los ganadores y del cheque de 500€ a Cáritas Alalpardo, y los kilos de comida (alrededor de 300) al Banco de Alimentos, nos ofrecen un tentempié de bebidas, queso, lomo…, mientras terminan la paella con la que pondremos fin a este III Trail del Serrucho, comiéndonos este arroz entre risas con los compañeros, y endulzando nuestras victorias con una porción de roscón.







El frío de la mañana, el barro pegajoso, la dureza del terreno, todo se olvida con el buen trato que la organización ofrece a los corredores. 


Éste ha sido mi primer trail, pronto llegará el segundo, ya ando buscando un nuevo lugar donde volver a mancharme de barro.

Saludos, abrazos, besos,

María Caballero
@MCG66Madrid







miércoles, 7 de enero de 2015

Cerrando un año irrepetible con la San Silvestre Vallecana


Madrid, 31 de diciembre de 2014


Desde hace varios años, los que continuamos con la tradición de terminar el año en Madrid corriendo la San Silvestre Vallecana, parece que nos tenemos que justificar por querer estar en esta carrera. Sabemos bien que es una de las carreras más comerciales de la ciudad, que es pura promoción de la marca que la organiza y que su interés mayor es que aumente el número de corredores año tras año. Además, somos conscientes de que es cara, esta vez pagamos 21€ por 10kms, más 3€ si queremos dejar nuestras cosas en el ropero en la salida y recogerlas en la meta.

En la bolsa del corredor únicamente la camiseta y el chip.

La corro porque me apetece. Razones tengo muchas. Lo que se vive en esta carrera es irrepetible, el ambiente, las sensaciones, las caras de los compañeros esta tarde, el público volcado por las calles, el correr con una alegría dentro que no llevamos en otras pruebas. Es cierto que los organizadores deberían cuidar más esta carrera, por su tradición, por lo que significa para todos los madrileños, y no solo los corredores, hay quienes sin correr el resto del año, se entrenan un poquito solo para poder estar aquí cada 31 de diciembre.

El punto de encuentro habitual la puerta 0 del Santiago Bernabeu. Por aquí vamos pasando los conocidos, antes o después, dependiendo de nuestro cajón de salida. Nada más llegar, los primeros en aparecer son Noelia Salas y Rafa Monroy. Tras ellos vendrán muchos más y a otros me apena no poder saludarlos, los que han decidido disfrutar de la carrera, haciéndola tranquila, llegan a las cinco y media, y a esa hora, ya estoy en mi cajón. Drinkingrunners, Gacelas de Madrid, disfrazados, sin disfraz, todos con el mismo deseo, pasarlo lo mejor posible este día.





Un mañana muy fría en Madrid, da paso a una tarde agradable, con sol.

Queremos correr, somos conscientes de que no podremos, demasiada gente para querer conseguir marcas, aún así algunos nos empeñamos en querer hacer la San Silvestre de forma rápida, e incluso de esta forma esta carrera se disfruta como ninguna otra.





La entrada a los cajones, como cada año, pesada, todos agolpados a la vez, mostrando nuestras pulseras a los de seguridad, que se esfuerzan para que no se les cuele ninguno sin acreditar.


Me sorprende que siendo más corredores este año (40.000) dentro de los cajones haya bastante menos gente que el anterior. Esto es una fiesta de gente bailando, cantando, más la música de la organización que nos activa mucho más, ¡lo que queremos es empezar ya!

Foto de Runner's World

Desde mi sitio ni escucho el pistoletazo de salida. Veo en la pantalla que los primeros ya han comenzado, riadas de amarillo coloreando el asfalto. Nos movemos, muy ligeramente. Nueva salida de otro grupo… y por fin le toca a mi cajón. Salimos muy lentamente. Es complicado correr, más bien vamos dando pequeños saltitos, así calentamos. La subida de Concha Espina tampoco es para comenzar a tope. Me sorprenden los corredores que antes de llegar al Km1 ya están desfondados, ¿realmente han acreditado tiempo para estar aquí delante?

En el Km2 veo una espalda que me resulta familiar, nos hemos saludado antes frente al Bernabeu y nos reencontramos aquí, Prado Gutiérrez y yo. Serrano siempre tiene un ambiente increíble, aquí el público se vuelca con los corredores. Con toda esta gente que también vive la carrera, de otra forma, desde la acera, con sus aplausos y sus frases motivadoras, pasamos el Km3.

Pretendemos hacer la carrera a buen ritmo, y a partir del Km4 se puede decir que lo conseguimos, dentro de lo complicado que es correr, avanzamos como coches en un circuito, esquivando corredores y tratando de adelantar a los que podemos, todo ello controlando no perdernos la una a la otra. Me emociona correr por la Puerta de Alcalá, tan bonita, cuando comienza a abandonarla la luz del día; encontrar tanta animación en la Cibeles.

Completamos la mitad del recorrido. En el Km5 descubro que nos va a ser imposible hacer marca, si mi crono no miente ni vamos a poder clavar la prueba en 50 minutos, realmente poco me importa, nos estamos divirtiendo mucho. Atocha me eriza la piel, me sigue sorprendiendo la de gente que se concentra en este punto cada año, el ¡vamos… vamos! es lo que más se escucha. Hay quienes van con disfraces que en apariencia pesan, y ¡deben dar un calor! y aquí están, corriendo a la misma velocidad que nosotras. Somos buenas esquivando gente, ni rozamos a los que dejamos atrás.


La Avenida de Barcelona, pese a ser el punto crítico, no la encontramos muy masificada. Creo que no bajamos nuestro ritmo, pero a esta altura de la carrera, con el subidón de adrenalina, contagiada del ambiente que reina en cada calle por la que pasamos, sinceramente, no lo tengo muy claro. Superamos el Km6.

La Avenida de la Albufera es la más cálida de la carrera, lo digo porque corremos apiñaditos, si era posible juntarnos un poco más para aprovechar el espacio es aquí donde sucede. Corremos rápido cuesta abajo, a todo gas, terminamos el Km8, para desembocar en la cuesta arriba que nos hará dejar atrás el Km9. Aquí hay que llegar con fuerza, subir.. subir… y cuando creemos que ya lo tenemos, hay que subir aún un poco más. Justo cuando termina la cuesta, y antes de girar a la derecha para acometer el medio kilómetro último, me agarran del brazo y descubro a Carmen Sanz. Prado decide luchar algunos minutos a su crono y jugarse las últimas fuerzas. Carmen y yo seguimos juntas, hace mucho que no coincidimos en una carrera, nos apetece saborear estos últimos metros más tranquilas, aún así, adelantamos a los Reyes Magos, a unos con pelucones y a algunos otros que ya van con las fuerzas justas y entramos cogidas de la mano, felices, ¿de qué? de estar aquí, aunque nuestra marca no sea la mejor del año, nos ha merecido la pena vivir esta aglomeración, que nos resulta tan normal, y este mapa humano de color amarillo, bajo la noche, ya no luce tan intenso como cuando tomamos la salida, y en cambio, ahora me parece que brilla algo más, por el sudor, el esfuerzo, la felicidad, los abrazos con los amigos y los deseos de feliz año.


Si esta carrera fuese perfecta en su organización, y como a los corredores nos gustaría, ¡esto ya sería la leche, vivirlo!

Comienza un nuevo año y ¡cuántos sueños y proyectos tenemos ya! Espero que se puedan ir haciendo realidad, porque entrenar es duro, algunas veces cuesta bastante cumplir cada plan, pero las alegrías que nos dan nuestras carreras nos compensan de todo el esfuerzo y tiempo invertido.

Saludos, abrazos, besos,


María Caballero
@MCG66Madrid




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