Madrid,
23 de marzo de 2014 – 10:00 horas
Antes de cenar el sábado por
la noche comienzo a preparar la mochila para la carrera del domingo. Agarro #laverde, para colocarla junto al resto
de la ropa y un torrente de sentimientos, recuerdos, sensaciones… me inundan en
unos segundos, se me humedecen los ojos y es cuando soy consciente de que
mañana hará justo un mes que el Equipo DrinkingRunners
competimos en el Maratón de Sevilla. Imposible correr mañana con esta camiseta,
no la había vuelto a usar desde febrero y no me veo llevándola mañana. De todas
formas, como toca seguir defendiendo nuestros colores y dando visibilidad a
nuestro proyecto de #kmsXalimentos,
busco la otra verde, la primera que tuve, la que me recuerda a tantas quedadas
y me lleva a pensar en toda esa gente a la que he ido conociendo en este
tiempo, parece que la nostalgia se va alejando suavemente.
El domingo amanece algo más
fresco que el resto de la semana, soleado, buen día para correr. Que la carrera
se haya retrasado de las 9:30 hasta las 10, me gusta, el madrugón es algo
menor. También el cambio de colocar la cabecera de la carrera en plena Puerta
del Sol, y no en Montera como el año pasado, le da más alegría y vida a la
prueba. Llego antes de las 9 y la plaza está abarrotada de gente, el motivo es que
los roperos los cierran a las 9:30 horas, tienen que trasladar todo de la
Puerta del Sol hasta Recoletos, que es donde estará situada la meta. El lugar
es relativamente pequeño y resulta muy complicado localizar a nadie. Al estar
situados en círculo es difícil ver a la gente. Creo que en ninguna carrera
hemos cruzado tantos wasaps como en ésta.
Antes de tomar la salida solo
coincidimos Belén Delgado y yo. A Alicia la vemos un segundo, no corre, y
nos cuenta dónde estará situada durante la carrera.
Reconozco que la charla con
Belén, poniéndonos al día después de tantas semanas sin vernos, hace que los
nervios ni aparezcan. No estoy muy confiada para correr, llevo semanas con las
piernas muy cargadas, reduciendo el número de entrenos y notando cómo el ritmo
no termina de llegar de nuevo. Es la primera vez, en tres años, que llego a una
carrera con la posibilidad de no terminarla; no me gusta nada esta postura, esta
resignación y el dejarme en manos del destino me baja bastante el ánimo. Creo
que es gracias a ti, Belén, y a nuestras pruebas de sacar una “selfie”
medianamente presentable y la risa de cuando comienzan a llegar todos esos
corredores cuadrados, con unos músculos en las piernas que te hicieron gritar “creo
que me voy a ir un poco más hacia atrás”, que me olvidé de los problemas que
traía encima y me metí en lo que realmente había venido esta mañana, que era a
colocarme un dorsal y a correr, ¡sin tonterías! Estamos situadas junto al cartel
de “menos de 40 minutos” ¡como dos campeonas!
En esta carrera siempre se
guarda un minuto de silencio, por los bomberos caídos en acto de servicio. Anuncian que nos hemos inscrito 4.000 corredores.
De nuevo suena la música y comienza
la cuenta atrás 9, 8, 7… pistoletazo de salida, le deseo suerte a Belén y allá
voy…
La calle Montera está llena
de gente, nos aplauden, nos gritan…, se agradece este efusivo apoyo. Algunos corredores
comienzan a gritar “venga estos sub 40…”. En nada salimos a Gran Vía, la gente
comienza la prueba muy rápido. Al ver la Cibeles ya tenemos el cartel de que ha
pasado el km 1. Se hace muy raro,
camino del km 2, ver la Meta ahí
situada en Recoletos, los bomberos nos animan a los corredores tocando las
sirenas. Los primeros kilómetros son todo cuesta arriba. En el km 3 me pasa Héctor Hernández, “imposible no verte con lo discretita que vas”.
La camiseta de un Equipo debe llamar la atención y, desde luego, #laverde ya es
muy popular. Voy mejor de lo que esperaba. No me acompaña ningún dolor, las
piernas van respondiendo bien y poco a poco consigo confianza, acabo de
terminar el km 4. Sigo cuesta arriba
camino de la Castellana. Se empiezan a ver en el carril de la izquierda a los
primeros de la carrera, van tan frescos que nunca dejarán de sorprenderme,
seguro que ellos no van pensando lo mismo, la sensación que dan es la de que
correr a esa velocidad es muy sencillo. Ya se ven las Torres Kio, eso indica
que anda cerca el km 5. En este
punto está el avituallamiento, no me importa parar unos segundos, está
despejado. Cojo agua por refrescarme, hace calor y en todo el recorrido pega el
sol, difícil encontrar un trozo de la carretera en sombra. No hay gente
animando en ningún tramo de la carrera.
Comienza el descenso. Si
hasta la Castellana la carrera iba a buena velocidad, a partir de aquí, ya
cuesta abajo todo el tramo, la gente se lanza a meter primera en cuanto giramos
en la Plaza de Cuzco y nos situamos en el otro carril. Ya por el km 6 veo a Belén todavía en el ascenso,
le grito a pleno pulmón olvidando que va con casos, ¡ni se entera! Estoy
concentrada mirando el cartel del km 7,
contenta porque sigo genial, ni me imaginaba estas buenas sensaciones hoy, alguien
me saca de mis meditaciones al grito de “ese maratón de moda”, es mi compañero
de entrenos Nacho Cepero, va fuerte,
con buen ritmo, se nota que en Running Company entrenan bien a su gente. Nos
saludamos y le veo avanzar entre la gente. Llego al km 8 y comienzan las dudas de si forzar un poco y perseguir marca o
reservar estas buenas sensaciones para seguir entrenando el plan para el
Mapoma, decido apostar por lo que me importa más en estos momentos y descubro
que puedo mantener mis eternos 50 minutos en los 10k, esto es una gran alegría,
partir sin saber si terminaría la carrera y lograr mantener mi marca ya me hace
estar satisfecha de estar aquí. Nada más pasar el km 9 meto ritmo y descubro que he recuperado fuerzas, voy dejando a
algunos corredores detrás, empiezo a escuchar la música, la meta está cerca y
es ahora cuando realmente tengo ganas de correr…
Al cruzar la meta esta carrera
me ha devuelto la seguridad. ¡Qué bonitos son los últimos metros de cualquier
carrera! La gente nos grita a los corredores aún sin conocernos de nada, esos
aplausos, ese “vamos… vamos”, esos instantes saben igual de bien que cruzar la
Meta.
El reencuentro con Héctor,
Nacho y Pedro (Santacenero), que han
conseguido mejorar sus marcas, es de lo que mejor sabe tras una carrera. Y la cara
de Alicia con esa sonrisa de “sí que se os ve contentos, sí”. Y ver llegar a
Belén, satisfecha, contenta con su tiempo y que no tarda nada en soltar que en
la próxima que nos vemos ya es en la Media de Madrid ¿no? ¡Qué alegría cuando
se acercó Christian Camacho! Muchas gracias por saludar al reconocerme, un placer
desvirtualizarte por fin y charlar sin una pantalla por medio.
El café de la mañana en
Montera, la charla con Héctor, Alicia y Belén y tener tantos planes y ganas de
seguir buscando y apuntándonos a carreras demuestra que, sin ninguna duda, somos
unos grandes enganchados a esto de correr.
Saludos, abrazos, besos y
hasta pronto,
María
Caballero
@MCG66Madrid