lunes, 30 de septiembre de 2013

Activando el botón #modomaratón

Madrid, 30 de septiembre de 2013


Algunos corredores dicen que el otoño es época de maratones.

Sin duda es así, dada la cantidad de ellos que se van a celebrar hasta final de año, y no solo en España, en el resto del mundo: Valencia, Berlín, Zaragoza, Chicago, Málaga, Nueva York, …

En mi caso no va a ser hasta 2014 cuando llegue el momento de competir, será Sevilla en febrero y, si todo va bien y tengo espíritu para correrlo, el Mapoma en abril.

Mientras muchos compañeros están ya metidos de lleno en los planes de entrenamiento, otros estamos simplemente activando el botón del #modomaratón. Esto es algo que inmediatamente se nos activa en el mismo instante de inscribirnos y solo se apaga una vez que cruzamos la meta. La cabeza, el cuerpo y todas las fibras empiezan una transformación inevitable.

No es el #efectomaratón que ha descrito Rafa Vega de forma tan increíble en su libro, ésta es la parte menos bonita, la que no ponemos en un mensaje, como hacemos con nuestras series a velocidades de envidia, ni las tiradas ultralargas de 22, 26 e incluso 30 kilómetros que asombran a quienes nunca han corrido tales distancias. Esta es la parte que todos sufrimos en silencio.


Por muy bien que nos alimentemos nos comienza a preocupar aún más nuestra alimentación, nos sorprendemos leyendo todas las etiquetas de lo que vamos a comer. El menú familiar comienza a adaptarse a nuestros entrenos, y más aún cuando llegan las tiradas ultralargas. Es ahí cuando mis hermanos ponen mala cara a tanta pasta y arroz y no paran de preguntar: ¿cuándo dices que corres el maratón? Y yo me vuelvo pesada: ¿esto qué lleva? ¿qué le has puesto?

La agenda empieza a cambiar, a reducirse en actos sociales y actividades lúdicas y a aumentar en horas de rodaje. Los domingos por la mañana nos mosquea que nos pongan otras cosas que no sea nuestra tirada. Nos convertimos en meteorólogos, nos conocemos la predicciones mejor que los que las elaboran. Hasta nos duele un poco el cuello de tanto mirar continuamente al cielo para adivinar cómo nos va a ir en el entrenamiento. Dejamos de salir los sábados por la noche: ¿Qué vayamos a bailar? ¡Sí hombre!, me pisan, me destrozan el pie y una semana sin correr..




Ya no soñamos con vacaciones, motos, vestidos o... ahora el sueño recurrente es la meta del maratón, nos vemos perdidos: ¿dónde se han metido los otros corredores? O ese otro en el que por mucho que corramos cada vez la meta está más y más lejos cada vez.




La hidratación la valoramos aún más. Ya no nos sirve esa fuente tan maja en medio del parque, ahora hay que aprender a correr y beber todo al mismo tiempo, y probar los geles, y beber un poco más para tolerar todo el líquido dentro... sin problema… y que no nos suene al correr.




¿Y la ropa? Hay que pensar con sumo cuidado la que llevaremos ese día. La camiseta tan chula que entrega la organización puede no ser muy buena idea porque no hemos pasado con ella un montón de kilómetros, no da tiempo a saber cómo se comportará sobre nosotros. Empezamos a probar prendas y seguramente cambiemos varias veces de modelito hasta estar seguros del que nos acompañará.


Los calcetines son mi punto débil, todos me molestan, no los aguanto y comienzan a acumularse en el cajón y unos de ellos a envejecer y ponerse impresentables, porque no sirve otro par igual, no, sólo sirve ese par concreto, ya hablamos otro día de las manías que se nos multiplican al estar en este #modomaratón.

Y llegamos a las zapatillas. Serán esas las elegidas, toca domesticarlas, acostumbrarnos a ellas kilómetro tras kilómetro. Y se meten también en nuestros sueños, ¡qué tortura empieza a ser esto del maratón! Y en el sueño nos las roban, las perdemos, se rompen, ¡se transforman en unos zapatos de tacón!... Las llevaríamos en brazos para que nadie las toque, las podríamos dejar en medio del pasillo y la familia las bordearía sin atreverse a rozarlas.




Después llegan esos días previos en los que estamos que no nos aguantamos ni nosotros. Le he pedido a la familia sus impresiones, no han querido dejar constancia, dicen que por cariño.

Todo esto es así de cierto, al menos en mi caso, he tratado de contarlo con humor porque entre lo nerviosos que nos ponemos y que es algo duro de preparar como no nos riamos de nosotros mismos apañados terminamos.

Yo muy pronto entro en #modomaratón, ¡aviso!

¡Qué se vayan cumpliendo vuestros retos y hasta pronto a todos!
María Caballero
@MCG66Madrid

lunes, 23 de septiembre de 2013

#runnerstuiteros o esa familia que sí nos comprende


Madrid, 23 de septiembre de 2013

Salir a correr con dolores; estar calentando mientras en la calle comienza a llover con tantas ganas que ves desde la ventana el exterior desierto; volver de entrenar cojeando; quitarle tiempo a otras cosas pero no a la tirada larga de los domingos; levantarte sigilosa y salir antes de que la familia despierte. ¿Te suena alguna de estas cosas? Si es así, no trates de explicárselas a tu familia, amigos, compañeros del curro, mejor deja las cosas como estén. A cambio, conecta Twitter, Facebook o lo que sea que utilizas como tu red social y comenta sin pelos en la lengua lo que te preocupa, te sucede o deseas, ahí sí que van a comprender eso que el resto del mundo piensa que es sólo cosa de locos.

En casa, las miradas se vuelven todas sobre mí al escuchar que voy a intentar correr un maratón otra vez. No dicen nada, aunque puedo sentir cómo sus pensamientos traspasan el espacio y entre ellos comienzan una conversación sin palabras en la que todo se resume en un: “cualquiera la entiende”, "¿no decía que era mucho sacrificio prepararlo?".

Mi familia es mi mayor apoyo. Hace ya tiempo que no hablo con ellos de dolores, los intuyen porque no siempre ando igual de salerosa. Las ampollas me las curo a escondidas, por no hacer sufrir a mi madre, por no notar cómo me mira pensando que soy como esos penitentes que de andar descalzos para cumplir sus promesas terminan con los pies destrozados.
Es complicado hacerles entender que todo eso forma parte de lo que tanto me gusta que es correr, que si unos zapatos me machacan los pies lo tiro sin miramiento, si me duele el cuello por algún motivo me pongo de mal humor pero que cualquier malestar que venga por los kilómetros consumidos los tomo como trofeos, son parte del juego, los acepto e intento que no sucedan de nuevo. Si vuelven será así, seré así.

Mis amigos de siempre, ninguno corre. Las conversaciones más personales sobre correr, los miedos, las dudas, los dolores… sólo soy capaz de compartirlos con mis #runnerstuiteros. No me veo capaz de llamar a una amiga y decirle que estoy de mal humor porque quiero hacer más kilómetros y no puedo porque me molestan los gemelos; o comentarle a la vecina que está tan preocupada porque cada vez me ve más delgada que estoy feliz porque así me cuesta menos tirar de mi cuerpo. Y así un montón de temas que sólo comento contigo, al igual que tú me cuentas los tuyos y algunos días pienso en todos esos corredores que no habrán salvado un período de lesiones, un bajón, una mala racha de carreras gracias a todos los mensajes que llegan en tropel en cuanto cualquiera de nosotros vemos ese tuit que aparece como con aviso de que la otra persona nos necesita, que esa persona tiene que seguir siendo corredor, no podemos perderle. Y si alguien piensa si no somos un poco como las sectas, que no dejamos/queremos que nadie escape, pues sí, un poco en realidad, pero es que cuesta mucho llegar a ser lo que se dice un verdadero corredor y eso no se puede perder, para eso estamos los #runnerstuiteros, para salvarnos unos a otros.

Por eso me apetecía dedicar un post a mis seguidores, en estos momentos 528, con los que comparto el día a día, las experiencias, las risas, el apoyo, los buenos y malos momentos, en definitiva, todo lo que significa correr y competir, que es esa lucha por ser y querer seguir siendo CORREDOR.

Hasta muy pronto a todos y buen inicio de temporada.


María Caballero
@MCG66Madrid

domingo, 15 de septiembre de 2013

LA MELONERA, mi primera popular de la temporada


Madrid, 14 septiembre 2013 – 18:30 horas

Terminado el verano es casi necesidad para esta runner colocarse un dorsal, un chip y empezar a soltar adrenalina esperando a que den la salida junto a un montón de corredores. Debe ser que todavía no he competido lo suficiente -o tal vez será así toda mi vida- pero me sigo poniendo nerviosa, no solo el día señalado de la carrera, también el día anterior.

Tan solo he corrido La Melonera una vez, en 2011. El año pasado me mosqueé al recibir una carta del Ayuntamiento de Madrid en la que nos comunicaban que esta carrera -hasta ese momento gratis- dejaba de serlo. Eso no fue lo que me enfadó, fue el detalle de que sólo nos iban a cobrar a los mayores y veteranos, no me parecía justo ¿por qué nosotros? ¿Por eso que dicen de que las populares las llenamos los de más de 35…?  Decidí no participar.
Este año, acepto sus normas y vuelvo a inscribirme porque a cambio de los 7 Euros que nos cobran nos van a colocar un chip, que hasta ese momento no existía en esta carrera, cada uno controlaba su tiempo mirando el reloj de salida y llegada. Me parece justo que por ese precio cronometren mi pericia y me ofrezcan un tiempo oficial del que poder presumir (o no).
Me gusta especialmente La Melonera, por la tarde las carreras en Madrid no se encuentran, y a mí, corredora habitual después de las 5 de la tarde, me va genial este horario, por eso me apetece realmente.
Llevaba inscrita desde agosto. Reconozco que lo hice en cuanto me empezó a molestar la pierna izquierda, fue una especie de amenaza o señal para que se portase bien, pero no resultó muy eficaz. Al contrario, entre el dolor y el plan de entrenamiento para conseguir ser sub 50’ en los 10kms -al menos una vez- empeoraron la situación. He pasado agosto y parte de septiembre corriendo dos días y con descanso y dolores el resto. La semana previa a la prueba el fisio me confirma que sólo es sobrecarga en peroneo y gemelo cosa que no me tranquiliza porque ir acompañada del dolor y del temor que nos supone enfrentarnos así a esos 10kms que casi todos los días en los entrenos parecen nada pero que una vez que una pone la mente en correr lo más rápido posible pueden parecer eternos y más si ya la cabeza antes de empezar solo piensa en: ¿me dolerá? ¿en qué kilómetro? ¿cuánto?
El jueves 12 me digo que por si acaso, voy a recoger la bolsa del corredor al Hipercor. Allí coincido con Javi Pintos (@Javi_Pintos) y sólo hablamos de nuestros dolores o poco más. Una vez fuera respiro. ¡Qué gran influjo ejerce sobre los corredores ese trozo de papel llamado Dorsal! Si no corres, no lo entiendes; si no corres, no lo aprecias. Al tenerlo en mi poder casi pude notar cómo la pierna se volvía más ligera, incluso salí del Hipercor andando con más seguridad. ¡Por favor, los psicólogos que no me lean!
Como la carrera es a las 18:30 horas del sábado los nervios son menos. Tengo tiempo por la mañana de organizar todo, ir con un almuerzo en el cuerpo me da mucha más energía que el desayuno de otras pruebas. Y no tener que madrugar tantísimo ¡Dios, qué bien me sienta eso para correr!

Ya en Méndez Álvaro intento localizar a Javi Pintos, Gonzalo Rincón y a Mos Alonso. A Javi le localizo enseguida, se le ve bien con su camiseta de los DrinkingRunners y por lo grande que es. Viene con un compañero de trabajo, Diego Lorente. Al resto no les vemos.
Calentamos. Nos hacemos la foto de recuerdo. Nos colocamos en la Salida.


¡Qué nervios! Nos tienen 15 minutos ahí colocados porque la carrera coincide con el partido de fútbol entre el Atlético de Madrid y el Almería y hasta que no se despeje la zona del Vicente Calderón no podemos empezar.
Cuando dan el pistoletazo de salida noto la boca seca, empiezo con sed, sudando por los nervios de la espera. El primer kilómetro lo hago a más velocidad de la que pensaba, voy a menos de 5 minutos, intento bajar el ritmo pero el segundo cae igual de rápido. Después el control ya fue absoluto. Comienzo sin dolor, ni siquiera una molestia. Conozco esas trampas, en los entrenos ocurría, hasta que no llevo 6 ó 7 kilómetros no comienza a machacarme el dolor.

En el kilómetro 3 Pintos y Diego me dicen adiós y veo cómo avanzan.
En el kilómetro 4 aparece Gonzalo Rincón (@gaceladeretiro) ¿le pregunto qué tal? Y su respuesta es un simple “mal”. ¡Pues sí que llevamos alegría hoy en el cuerpo los conocidos! ¡Estamos para irnos después a bailar! Aparecen sus jefes y aprieta el ritmo, también veo cómo se me pierden.
En el kilómetro 5 el avituallamiento ¡qué ganas de ver el agua esta tarde! ¡Con el calor que estamos pasando casi todo el recorrido con el sol de cara!
A partir de aquí la parte que más me gusta. Para quien no conozca la prueba el recorrido es bonito. Hacerlo por Madrid Río siempre es agradable, el Manzanares aligera el calor que ya llevo encima por los kilómetros dejados atrás y a partir de ahí todo es un clamor. Hay muchísima gente animando, los familiares. Nunca me acostumbraré a esas mujeres con el puño en alto que me gritan con pasión: ¡vamos esa chica de verde! ¡Arriba las mujeres corredoras! Y lo mejor las niñas: ¡mira mamá ahí va otra chica! No sé si saben la fuerza que me dan, me gustaría pararme y agradecerles el gesto, como no puedo, igual en algún momento alguna lee esto y se reconoce entre ellas.

Rápido, llega lo peor de la carrera, el repecho en el kilómetro 8 que encima es de adoquín y hace la subida lenta y pesada y machaca los pies. También nos perjudica la aglomeración de gente, sujeta por los de la organización ya que no desean ver una carrera, no entra en sus planes, y continuamente se cruzan de izquierda a derecha madres, niños con bicis… Es un poco complicado correr.
Lo peor de todo el final, veo a lo lejos el crono y hubiese podido esprintar, ser sub 50’, las fuerzas las tengo y las ganas pero el adoquín que me separa de la Meta hace complicado correr rápido. Veo como un chico a mi lado se va al suelo y pienso en: “es mejor perder unos segundos” y finalmente cruzo contenta con mi tiempo de 50’53”.
La tradición marca que nos ofrezcan una rodaja de melón y música y diversión a partes iguales, ya que dentro de las actividades deportivas de las Fiestas de la Melonera, en el distrito de Arganzuela, se celebra la carrera popular.

Así finaliza mi primera prueba de esta temporada. No había terminado de cruzar la Meta y ya estaba pensando en la siguiente. ¡No tenemos solución los populares! Estamos enganchados de la cabeza a nuestras zapatillas ¡y qué bonitas son!
Besos, abrazos, saludos y volveré,


María Caballero
@MCG66Madrid

lunes, 2 de septiembre de 2013

Comenzando la temporada

Madrid, 2 de septiembre de 2013


Tras el verano, entrenando de forma más sosegada, sin pausa para no perder la forma ni que después resulte muy duro retomar los planes de entrenamiento, llega septiembre y para la gran mayoría de los populares comienza la temporada de competición.


Algunos, le han tenido que dar duro  a los kilómetros estos meses porque en su objetivo está cerca alguno de los maratones que se celebrarán antes de que finalice el año.
A los demás, ahora nos toca comenzar a mirar carreras populares, principalmente de 10kms., alguna media también y elaborar nuestro calendario.

En otras provincias, algunos compañeros se quejan de las pocas carreras que tienen. Entiendo que es un problema, si una fecha no nos encaja y para la otra no estamos preparados, o tenemos molestias o lesiones, se debe quedar muy reducido -o inexistente- el calendario.
En Madrid, al contrario, lo difícil es elegir entre tanta oferta de carreras de 10kms. En los últimos años las carreras crecen a la misma velocidad que los corredores y no paran de anunciar y promocionar constantemente nuevas pruebas. Aquí mi reflexión de ¿qué queremos cantidad o calidad? Creo que muchos estamos con lo de calidad, que es precisamente lo que se ha perdido en los últimos tiempos. Hace apenas unos años, había un par de ellas como mucho cada mes en la capital, más la que se pudiese encontrar en los pueblos, pero no era difícil saber qué prueba tocaba cada mes. Elegir ahora resulta complicado en este amplio mercado y porque destaco el gusto de las organizaciones por conseguir más dinero y así masifican las pruebas y cada vez está más alto el número de participantes y seguirán subiéndolo porque esto de correr está resultando un chollo. Amén del incremento de precio, muchas de ellas ya andan entre los 12 y 15 euros como precio normal para los 10kms. Y que la bolsa del corredor cada vez es menos bolsa y más únicamente camiseta y no siempre de la talla del participante.

Además, en las de 10kms meten la consabida prueba de 5kms para captar a más gente. No critico que todos tengamos una prueba a nuestra medida, me parece genial que quien comienza pueda empezar a competir con tranquilidad desde abajo, lo que me parece mal es que en la salida se mezclan todo tipo de pruebas, ritmos e incluso gente que va porque ¡vaya animación que hay en esas cosas! y sale paseando, con el problema para los que vamos a correr, para los que necesitan o quieren conseguir una marca homologada y para el que paga porque cree participar en una carrera y no en un circo, en el que los dos o incluso tres kilómetros suelen ser para sortear gente, pedir paso a los grupitos taponeadores y subida de adrenalina porque uno no va a muy buen ritmo.

Ahora que comienza la temporada me gustaría que pudiésemos disfrutar de unas buenas carreras populares, en las que ir a gusto, en las que las organizaciones nos consideren y nos respeten porque al fin y al cabo somos deportistas, no una fuente de recaudación más.

Por eso, esta temporada voy a reducir mi participación y en la medida de lo posible elegiré carreras solidarias, al menos que el dinero sirva para un buen fin y no sólo para aumentar los ingresos de los Ayuntamientos.

Saludos, abrazos y besos,

María Caballero
@MCG66Madrid

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